Mary Almenara
El estío llegó el veinte de este mes de junio, lo que quiere decir que está recién estrenadito. En este año ha venido acompañado de diversas inquietudes y miedos llegó trayendo consigo; restricciones, intranquilidades y mucho, mucho miedo pero, como bien dice el refrán, detrás de la tempestad llega la calma y es lo que poco a poco estamos empezando a sentir.
Sin embargo quienes sacan un buen veneficio a esta estación del año
son los jóvenes estudiantes por comenzar las tan ansiadas vacaciones pero, son
los pequeños de la casa los que mejor lo pasan al poder disfrutar de la playa y
el sol que tanto beneficio les aporta.
Y ya que menciono la playa no debo olvidarme de los vigilantes, esas
personas que cada día se apostan en sus torres para, sin descanso, mirar al mar
donde de pronto puede haber una persona en apuros.
Ya todos sabemos que las playas se señalizan con banderas que nos
advierten de los peligros con los que podemos encontrarnos, cuando esto ocurre
ellos no dudan en arriesgar su vida para salvar la de otra persona que los necesitan.
Como en todas partes aquí también nos encontramos con incívicos,
inconscientes o a los que popularmente se les llama “chulitos de playa” y nunca
mejor dicho, que se pasan por alto todas las advertencias posibles sin importarles
lo más mínimo que el vigilante ponga en peligro su propia vida para salvar la
suya.
A raíz del coronavirus no solo los vigilantes son los que están ojo avizor
en nuestras playas, este trabajo lo comparten con los cuerpos de policía que
deben poner a raya a más de una persona que sin pensarlo dos veces se saltan a
la torera las normas de precaución ante el covid – 19.
Como pueden apreciar de todo hay con la llegada del verano.
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