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lunes, 27 de julio de 2020

Marisol Ayala: treinta años comprometida con el periodismo social


Marisol Ayala.
Conversar con Marisol Ayala es hacer un viaje por la historia del periodismo en Canarias. Más de treinta años de andadura en los medios de comunicación, la mayoría de ellos entregada en cuerpo y alma a los más desfavorecidos, la han convertido en un referente del periodismo social. Auténtica y sincera, asegura que es un periodismo necesario y, a lo largo de todo este tiempo, ella ha dedicado su carrera a poner voz y rostro a esas personas anónimas que tienen una historia que merece ser escuchada y contada. Hoy comparte anécdotas y experiencias con los lectores de L&B Actual.



¿Crees que el periodismo social se ha extinguido?
Cuando es más necesario se ha extinguido. A la gente no le gusta que le cuenten miserias. Hoy es más necesario que nunca el periodismo social, pero a los periódicos no les gusta, no le dan páginas. A los periodistas les pagan muy poco, no pueden sentarse a oír a una persona una hora para que les cuenten una historia. Todas esas cosas han dejado a los más vulnerables más solos. La gente busca a quien poder contarle cosas y a mí me pasa con frecuencia.
Yo publiqué esta semana un reportaje de una señora que me llamó. Se publicó en La Provincia. La habían operado de obesidad mórbida y, como la sanidad en Canarias es el desastre que todo el mundo sabe, esta señora lleva un año y medio en la casa esperando la segunda parte de su operación. Cuando te operan porque tienes más de cien kilos, después te desinflan y te queda lo que la gente llama «colgajo». Me llamó casi rogándome. Me llamó un médico amigo de ella y me dijo: “Marisol, saca esto porque es una vergüenza”. Tú tienes que buscarte la manera de denunciar lo que son barbaridades.
¿Por qué decides hacer un tipo de periodismo que a veces trae problemas a quien hurga en ciertos asuntos?
No sabría vivir sin meterme en charcos. Yo hago periodismo social porque vi una vez a unos señores en pijama en la puerta del Hospital Insular. Les pregunté qué hacían y estaban reivindicando que se les hicieran las diálisis aquí. Eran enfermos renales a los que no les hacían caso y estos señores mayores, enfermos, en la puerta del hospital… Antes tenían que ir a Madrid a hacerse la diálisis. Los encontré tan solos que desde ese día empecé a militar en ese periodismo que me ha dado las mayores alegrías de mi vida. Yo he hecho este tipo de periodismo porque siempre me he sentido atraída por las gentes a las que nadie ayuda. No es que yo sea una santa, que no lo soy. Pero ver a madres llorando, hace años, ahora menos, porque sus hijos se les mueren, porque no tienen medicación… Es que parece que esa gente no existe.
¿Esa pasión por el periodismo es hereditaria?
Hereditaria total. Yo me recuerdo pequeña en una máquina de escribir como la que tú tienes, antigua, subida de pie ayudando a mi padre. Mi padre era periodista, jefe de deporte de un periódico que ya no existe. Mi hijo también es periodista. Mis hermanos fueron productores y directores del programa Tenderete, el programa más longevo de la historia de España. Yo creo que yo tengo tinta, no tengo sangre (Ríe).
¿Por qué crees que no se cuentan los verdaderos problemas que afectan a la gente?
Pues no se cuentan porque no quieren. Hay una señora que va al hospital a que le hagan una mastectomía y le cortan el pecho equivocado; otra señora que fue a operarse de un ojo y le operaron el otro. Esas historias las cuentan ellos, pero después tú sabes que hay más historias y tienes que investigarlas. El periodismo de investigación aquí es muy complicado; como es una sociedad tan pequeña y yo soy amigo del consejero y tú eres amigo de… al final no sale. Me gusta mucho el periodismo social y empecé en la sanidad que no la cubría nadie.
Una de las cosas de las que más orgullosa estoy es de un trabajo sobre la muerte de cuatro niños en el Hospital Materno Infantil, en el 94 o el 95. Eran niños pequeñitos con hidrocefalia. Habían muerto porque antes las guardias eran localizadas. Eso quiere decir que el médico no tiene por qué hacer la guardia. Tenían que ponerles algo para drenar el líquido y como las guardias localizadas eran de aquella manera y las hacían amigos de amigos, amigos de consejeros, amigos de médicos, nadie los atendía. Se tupieron cuatro y se murieron. Y tú dirás, ¿qué se puede hacer con esto? Yo tenía mis jefes que han sido fantásticos, fenomenales, pero cómo le vendes a un jefe que vas a alertar a la sociedad de que en el Materno se mueren cuatro niños porque no los atendieron.
Le estuvimos dando vueltas y en eso nos llega la carta de un médico de ese departamento que decía: “Si un día mi hijo está enfermo, no lo lleven al Materno”. Era un jefe de Cirugía. Yo me reuní con Ángel Tristán Pimienta, que fue director de mi periódico muchos años, le dije lo que teníamos y él también se preguntó: “¿qué hacemos?”. Pensé: lo único que nos va a salvar es localizar a los padres de estos niños. Ante unos padres denunciando, la fuerza que tiene un padre y una madre denunciando…Me fui a Fuerteventura, a Lanzarote y hablé con los padres. Primero, el marrón de decirles lo que ha pasado, que es tremendo. Ellos no denunciaron, lo que hicieron fue pedir una investigación.
Yo fui perseguida por el consejero de Sanidad de la época. Él no pensó que tenía hijos; me quería echar de la profesión porque le había puesto a él en bragas. Eso fue un horror, nunca se investigó. Yo llegaba a las ruedas de prensa y era como la enemiga. Tuvo tal repercusión que se publicó en todos los periódicos. Hablaron de una comisión nacional para niños con hidrocefalia y nada. Estaban esperando a que pasaran los días y eso aflojara, pero como yo estaba detrás del asunto, sabía de qué iba, cada poco «jincaba» algo para darle vidilla. Fue un escándalo.

Has dicho en una entrevista en televisión que no sabes vivir sin pasión y sin compromiso. ¿Después de más de treinta años de carrera sigues pensando de la misma manera?
Yo tengo una ilusión, a mí este periodismo me gusta, el que no me gusta es el periodismo de los que se sientan en un despacho y desde allí ordenan. Eso no es periodismo, son burócratas. Pero este es el periodismo que en las redacciones sería necesario siempre. He vivido la mejor etapa del periodismo en Canarias, cuando La Provincia tenía la mejor sección de Tribunales, de Sociedad, lo que yo llevaba, de Sanidad. Era entrar en otro mundo, vivir en un hervor siempre. Yo no hago nada sin ilusión, ni periodismo ni croquetas.

Escribes junto con tu hijo Miki Ayala un libro sobre el ‘Caso Kárate’ en Gran Canaria. ¿Se llega a perder la fe en el ser humano cuando se escuchan historias como las que se contaron en el juicio a Torres Baena y sus cómplices por abuso sexual a menores?
No te podría decir. Te voy a contar por qué escribimos este libro. Yo vivo en un tercer piso, al lado hay dos o tres casas terreras y en el otro estaba el gimnasio donde este hacía lo que hacía con esos niños. Me asomaba al balcón por la mañana y lo veía. Él venía a buscar a los niños para llevarlos al gimnasio, les daba un piquito y yo decía: qué bueno este hombre, qué comprometido con los chiquillos.
Cuando te empiezas a enterar de lo que hay detrás y antes eran dos niños, después diez y después quince, es por lo que decidimos escribir el libro. Teníamos casi una obligación, éramos vecinos de este laja y conocíamos muchos casos. Empezamos a escribir el libro y nos amenazaron. Sin embargo, con el libro uno se lleva decepciones y es que a la gente no le gusta que se lo cuentes. Yo tengo amigos que me dicen: “Marisol, yo te quiero mucho pero no me puedo leer ese libro porque me parte el alma. Yo lo puedo entender, pero esa es la realidad.
Esta profesional de los medios de comunicación ha dejado sin dudas una impronta en el mundo del periodismo. Llegar al corazón de las historias de la gente sencilla y contarlas con pasión la convirtieron en pionera del periodismo de investigación. Fue nombrada Hija Predilecta de Las Palmas de Gran Canaria en el año 2015, acontecimiento que, según cuenta, la hizo reflexionar y reunir en su libro “Historias prestadas” aquellas columnas que había ido escribiendo a lo largo del tiempo.
Marisol no es muy optimista cuando se refiere al futuro del periodismo. Le duelen los bajos salarios de los profesionales del sector, los despidos, los ERTES. Corren tiempos complicados para sacar a la luz los problemas de aquellos “a los que nadie ayuda”. Sin embargo, su pluma sigue activa y afilada. Ya sea en un blog o en las redes sociales, ella demuestra que el periodismo social tiene aún mucho camino por recorrer.
fuente:  https://marisolayalablog.wordpress.com/2020/07/26/marisol-ayala-treinta-anos-comprometida-con-el-periodismo-social/#more-1437

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