Visto lo visto y llovido lo llovido, parece que este
año la primavera no se decide a hacer acto de presencia por nuestras islas,
tampoco quiere estar por tierras peninsulares.
Los charcos que permanezcan después de las lluvias
son el lugar elegido para que las hembras hagan su puesta, con la consiguiente plaga
de estos molestos insectos que nos harán pasar las noches dando manotazos al
aire cual palmero en la feria de abril.
Nos forramos de tal manera para, evitar sus
picaduras que parecemos verdaderos racimos de plátanos, pero ese ruido molesto e
insistente se nos mete en la cabeza como un taladro hasta que, por pura
casualidad, logramos atraparlo entre las palmas de las manos y nos quedamos tan
felices y contentos.
Siempre acusamos al mosquito de ser el impertinente
y molesto, sin embargo, no es el macho el que nos da la noche. En este caso es el
mosquito hembra la que después de detectar el calor y olor de nuestro cuerpo,
se lanza en picado para sacarnos la sangre que la hará fecunda.
Nada más amanecer nos vamos raudos como centellas a
la primera farmacia con la intención de comprar un repelente de estos molestos
bichitos.
Mientras hacemos acopio de todo el producto con el
que podemos hacer frente al mosquito que nos visitará, de nuevo en la noche,
pensamos que todos estos productos llegaron al mercado el año pasado.
Pero, nada más lejos de la realidad, la lucha entre
el hombre y el mosquito viene de muchos años atrás. Está científicamente documentado
que desde hace tres mil años, se lucha contra estos insectos para lo que se
quemaba azufre como fumigante. Se creía que todo olor desagradable para el
hombre, podía serlo para los mosquitos por lo que se fumigaban las casas con extracto
de pimienta y acetite de pescado.
Resultado, la casa apestando y los mosquitos dándose
un banquete a nuestra costa. Hoy todos los repelentes contienen dietil toluamida
con lo que hemos podido aplacar su sed de sangre.
No olvide estimado lector hacer acopio del dietil
toluamida, o lo que es lo mismo, un buen repelente de mosquitos porque este
verano harán de las suyas.
María Sánchez.
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