Autora: Marisol Ayala
Conozco a uno de sus padres. La joven, casi 17 años, tiene el lujo de
ser protegida por dos papis desde los 4 meses, cuando la sacaron de
China. Mi amigo conoció el terror de los orfanatos y no lo dudó: “Hay
que hacer algo”, comentó.
Su intención era salvar del infierno a un bebé
pero había un imposible. Ser pareja gay, barrera infranqueable por
mucho que se empeñaran. China ha hecho un gran negocio con los menores
abandonados por padres de aquel país ante la evidencia de no tener otra
cosa que ofrecer que la miseria misma. En esa dinámica estaba hace 16
años, meses después de contarme su intención, cuando coincidimos en una
pizzería. Ese día presencié una escena que me llamó la atención. Dos
hombres en una mesa y a su lado un cochito de bebé. Uno de ellos me daba
la espalda, es decir, no nos veíamos. Me entretuve en la escena. No
tenía dudas, era un bebé adoptado. Todo mimos y atenciones para la
criatura.
De pronto cuando abandonaban el local reconocí a mí amigo y me
acerqué a saludarlo. Él, que es todo espontaneidad, con dos palabras y
una sonrisa lo dejó claro. “¿La viste?” sí, le dije. Poco tiempo después
les dediqué una columna porque la escena merecía ser contada, pero con
la intención de saber más de esa adopción que sospechaba complicada.
Con el tiempo nos tropezamos varias veces pero ni su trabajo ni el
mío nos permitía mantener la charla sosegada que buscaba. Dos besos y un
cariño. “¿La niña bien?”. Así acababan nuestros fugaces encuentros.
El texto de hoy tiene una explicación. Hace días recibí una foto. Una
joven alta y guapa de rasgos orientales posa con dos hombres amorosos.
Mi amigo y su marido, sus padres. Está hecha en la misma pizzería en la
que hace 16 años vi por primera vez a la entonces bebé de cuatro meses.
Lo llamé enseguida y hablamos. “¿Cómo adoptaste, flaco?”, la gran
pregunta. Y contó. Su hermana al conocer las dificultades de mi amigo
para adoptar dio un paso al frente e hizo realidad un sueño. La adopción
está a su nombre, él figura como tutor. Ella es la mamá a la sombra. Es
decir, la niña tiene dos padres y una mami. Una mujercita con suerte.
Es buena estudiante, presume de sus padres con los amigos y quiere
estudiar algo que le permita ayudar a la gente.
Esa actitud me suena. Es tan linda como su familia.
fuente: https://marisolayalablog.wordpress.com/
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