Articulo de Maria Sanchez
Desgraciadamente y, desde que el mundo comenzó a andar, los derechos de la mujer han sido mancillados, ignorados, ultrajados, vulnerados. La mujer siempre ha sido considerada un ser inferior al hombre, un ser al que éste puede mancillar y tratar como si fuera un pelele o un objeto sin alma ni sentimientos.
De todos es sabido los viajes organizados hacia países carentes de economía y hacia donde se dirige más de un desaprensivo, a sabiendas de que encontrará mujeres dispuestas a todo por ganar dinero que les ayuden a subsistir. Siempre son más valoradas las jóvenes y, sobre todo, si son vírgenes.
Esto ha llegado a convertirse en el más horrible de los negocios en la ciudad colombiana de Medellín. Los capos del sexo, como son llamados, buscan niñas de diez años para ser prostituidas.
Cuando estos malnacidos han puesto sus ojos en una niña para ser subastada, ningún hombre del barrio la puede tocar, ni mirar y, mucho menos tomar su virginidad. Las familias son financiadas por las bandas, pero, si los padres se niegan a esa venta son obligados a salir de sus casas o exponerse a recibir un disparo que acaba con su vida.
Es el hambre y las necesidades más básicas, las que obligan a las madres a ser ellas mismas las que llevan a sus niñas a manos de estos mafiosos.
Por muy raro y doloroso que nos parezca, esto está ocurriendo ahora mismo, en pleno siglo XXI
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