La zona comercial San Gregorio se ve cada vez con mas zonas y menos comercios. Es triste pasear por sus calles y contemplar como aquel comercio que el día anterior permanecía abierto, de la noche a la mañana ha echado el cierre para siempre.
El motivo es casi siempre el mismo, el precio del alquiler que cada día está por las nubes y sin que el dueño pueda hacer frente a precios tan desorbitados que, como si de una parca se tratara, pone fin a la ilusión con la que fue abierto.
Si bien es cierto que con la misma frecuencia que unos se cierran, otros abren sus puertas con la inmensa ilusión de conseguir un lugar en el mundo de los negocios.
Tristemente, muchos de ellos se ven forzados a cerrar sus puertas antes de lo deseado viendo como aquella ilusión que puso a la hora de abrirlo se fue evaporando al ver que las ventas no son las deseadas, que los meses pasan volando y que, al final de cada uno, debe hacer frente al alquiler.
Aquí viene al pelo aquel refrán que dice “el cantinero hecha una cuenta y el bodeguero otra”. Los dueños de los locales `pretenden vivir de lo que cobran por su salón mientras, el ilusionado comerciante solo pretende tener una pequeña ayuda para continuar comiendo.
Lo peor es que además de tener que hacer frente a una renta mensual tiene que enfrentarse a todos impuestos que debe satisfacer si desea poseer un negocio propio.
María Sánchez.
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