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lunes, 30 de diciembre de 2013

Un corazón de titanio de 150.000 euros

Nadie, excepto él, creyó en aquel boceto pintado a mano sobre la hoja de una libreta. Nadie, excepto Alain Carpentier. «No podía soportar más ver morir a gente joven por ataques al corazón», repetía el hijo de la pianista de Toulouse, quien de niño, milagrosamente vivo tras superar una peritonitis, prometió a su madre que sería médico. Y no uno cualquiera. Veinticinco años después de aquellos primeros trazos en papel, Carpentier, haciendo honor a su merecida fama de visionario, ha logrado lo que ningún otro inventor fue capaz de imaginar: un corazón artificial hecho a imagen y semejanza del humano. Un músculo de titanio, elaborado con tecnología espacial, provisto de dos ventrículos y cuatro válvulas, que late 100.000 veces por día, 36,5 millones de veces al año, con ritmo, sin parar. El órgano vital del hombre, fuente del amor y las emociones, el primero que nace en el embrión, es una máquina total. «Un corazón para toda la vida», tercia esperanzado el jefe de trasplantes del hospital catalán de Bellvitge, Nicolás Manito, buen conocedor de esta joya de la bioingeniería cardiaca. Tardará al menos un año en llegar a España.
Pasada la euforia del primer implante, realizado con éxito la semana pasada en un paciente de 75 años --que ya pasa despierto la mayor parte del día, charla con su familia y hasta pide que le lleven refrescos--, el octogenario Alain Carpentier lidera ya todas las apuestas para el próximo Nobel de Medicina. Algo que, en su humildad, no parece inquietarle. Está más pendiente de los latidos de su bomba, 11 días ya insuflando vida al desahuciado. Carpentier nos abre su corazón. No es persona de recibir elogios. Pide prudencia. El nerviosismo delata el momento que está pasando. De hecho, no quiso asistir a la operación --12 horas en quirófano-- el pasado 18 de diciembre. «Estaba demasiado nervioso y no hubiera soportado la espera», admite.

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