Artículo de Antonio Estupiñán Sánchez
El
barranco de los Aromeros, con sus siete kilómetros de largo nace en
las medianías del municipio de Ingenio y desemboca en la playa del
Burrero, fue un importante baluarte en el sector agrícola, frutal y
ganadero, desde los siglos XVI hasta el comienzo del pasado siglo XX
(1.920), gracias a sus numerosos afluentes y galerías de aguas
cristalinas que brotaban en sus riberas, haciéndola bien frondosa en su
tupida vegetación, la cuál fueron aprovechados por los labradores y
ganaderos del Carrizal, especialmente los que contribuyeron con la
famosa “Casa-Huerta del Carrizal” en la actualidad suplantado
injustamente con el nombre de (Casa del Obispo) que perteneció al
Señorío de Agüímes.
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Entre los
años de 1.600 hasta 1.850 los lugareños bajo las órdenes de los
“terratenientes obispales”, optaron por levantar grandes y anchos muros
(entre 80 y 120 centímetros) a base de “piedra viva”, revestida con
arena gruesa, picón fino volcánico y abundante cal al objeto de servir
de muro de contención a las frecuentes crecidas del agua en el citado
barranco por las lluvias invernales, protegiendo así las escasas zonas
terreras de regadío y plantaciones ubicadas en las postrimerías del
cauce del citado barranco.
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El barranco
de Los Aromeros, se formó en el tercero y último ciclo magmático de su
plataforma costera de la Comarca del Sureste de Gran Canaria, dentro de
la Era Cuaternaria (entre diez mil y un millón de años), asimismo
posee materias geológicas-formativas que es desconocidas en la mayor
parte de nuestros barrancos isleños. De sus riquezas acuíferas y
agrícolas causó la natural satisfacción del clero obispal que
pernoctaron durante siglos en la hoy reestructurada y mal llamada "Casa
del Obispo" en Carrizal, constituyendo la cercana huerta, una
autentica despensa en la valoración de sus verduras y frutales durante
casi tres siglos.
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En los actuales tiempo de hoy ésta semi-desértica
zona, protegida por sus humedades, conservan millares de plantas
autóctonas, tales como las tabaibas, veroles, balos, tuneras y otras
plantas endémicas, aparte de cañaverales, pinos-cipreses y palmeras,
donde ofrece a
las vistas de millares de turistas que nos visitan
e isleños a través de sus itinerarios, con
esplendidas vistas panorámicas, con ocasión de la
circunvalación Carrizal-Ingenio-Agüímes. Indudablemente la pérdida de
sus ricos afluentes y manantiales de aguas y del 90% de su vegetación,
fueron debidas a las extracciones masivas de su rico elemento por las
aberturas de innumerables pozos que fueron sacadas por las grandes
maquinarias-diésel, donde posteriormente se fueron secando poco a poco,
no solo éste vergel del barranco de los Aromeros, sino también de su
otro cercano barranco de Guayadeque.
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Los inventos
del hombre en forma de progresos acaecidos a principios del pasado
siglo XX, para beneficios de aguatenientes y terratenientes, dejaron en
éstos dos barrancos las huellas de las canalizaciones,
embalses-estanques, paredes y murallas y tierras de
labranzas....”completamente desnudas”, incluido numerosas casas-máquinas
(hoy abandonas, inseguras y en lamentables estados de conservación y
ahora para colmo de males, escasea de las entrañas de la tierra, las
valiosas aguas subterráneas y en la superficie las aguas de lluvias,
excepto la de las altas tecnologías en forma de aguas desaladas y
depuradas”.
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En este
siglo XXI con la implantación de las nuevas tecnologías en materias
agrícolas que quieren implantar (llámese huertas agrícolas) se han
eliminados aquellas grandes paredes antiguas de piedra por el moderno
cemento incluidas también parte de sus ricos yacimientos geológicos de
arenas petrificadas y es que el progreso en nuestra era espacial y
atómica dan al traste las construcciones hechas por nuestros
antepasados y las formadas por nuestra madre naturaleza ¡ver para
creer!.
fuente: http://www.antonioestupinan.com/
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