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lunes, 26 de noviembre de 2018

‘El Comentario’ ¡Qué alto queda el gofio!

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Comentario diario de El Mostrador de Ezequiel López

Ayer parecía que España tembló con los casos que se vivieron en el Congreso de los Diputados. Y la Iglesia se mostró con una de las caras ocultas de las que no les vale para nada.
En el Congreso el numerito anduvo en la bancada de los diputados, esos que viven como Reyes, siendo solo diputados, aunque me corresponde decir ahora, que no son todos, que existen diputados y diputadas que se lo curran y que están aplicados en salvaguardar el interés general.
El cura de la Iglesia de San José en Santa Cruz, un señor entrado en añitos, con sotana negra, creo que del modelo antiguo, no supo comportarse ni cumplir con su trabajo, este hombre, llamado ministro del todo poderoso, se humanizó de la manera más vulgar posible. La tentación se le presentó en masa, compuesta por hombres y mujeres, que respetando las distancias, se mostraban contrarios, que después de 43 años todavía se utilizaran recintos de oración, de reflexión, con llamada a la participación, para oír una misa en honor del que fuera durante 40 años, sí o sí, el más que meaba en todo el Estado español, incluyendo el Sáhara y Canarias.
El cura que se comprometió a esa homilía, no solo no tuvo la precaución de mostrarse sigiloso y desapercibido, pues, ellos están en la complicada situación de no enfrentarse con el populacho, pues lo de los curas y la iglesia católica corre por otra cuenta. Pero el cura párroco no estaba por la labor, que me imagino, comulgan su superiores, de evitar enfrentamientos entre hermanos, todo lo contrario, este cura se posicionó al lado del otro, el otro es el que iba a recibir la misa, y para demostrarlo les hizo a los que allí estaban protestando una “peineta”, ósea dedo corazón recto hacia el cielo y el resto de los dedos hacia el infierno, aunque dicen quienes se han fijado bien en el gesto, provocante de un ministro de Dios, que el dedo que mostró hacia el cielo fue con el dedo índice, ósea que fue una “peineta” suave, pero él puso de su parte, lo hizo con ganas, aunque un minuto antes les bendijo, ¡manda Trillo!.
Hasta la Iglesia está convulsa, no es capaz de mostrarse cauta en ciertos aniversarios, no son capaces de hacer un ejercicio responsable de apartar las ovejas negras e intentarlas trasquilar, a ver si su lana va adaptándose a los nuevos tiempos. Yo no creo que esto se solucione peleándonos, ni tampoco con ordeno y mando. Esto tiene que encausarse y buscar el camino de en medio, donde podamos seguir construyendo este país de todos que precisamente volvió a sonreír y a empezar a tener esperanza y creer en un futuro después que ese hombre, dictador y despiadado con algunas instituciones cómplices, hizo pasar a millones de personas, quedando algunas como testigos de primer orden y muchos son ya, por fortuna, que saben de él por la historia.
La historia no podemos esconderla, y mucho menos hacerla desaparecer, existen episodios en la misma que, como la vida misma, no apetece recordar, pero si tener los mismos en un lugar, a buen recaudo, donde se pueda coger y revisar, para no volver a cometer errores parecidos. No se nos esconde que existen muchos detalles de aquella época que aún no hemos superado, y ni siquiera hemos sabido transmitir a las nuevas generaciones como buenas sensaciones de los mismos para que les hicieran un hueco en la normalidad del día a día, pero no todo se ha podido conseguir.
En estos tiempos confusos, aunque parece que todos lo tenemos claro, el mismísimo himno nacional no ha conseguido calar, no ha conseguido, aquí en España, que sea una cosa de todos nosotros y que nos representa. Sé que no es normal hablar de esto con la naturalidad que se merece. Lo hemos podido comprobar en algo tan de todos como los multitudinarios encuentros de Fútbol, en los grandes campeonatos, si lo celebramos en casa, ósea en España, el himno es abucheado, más, menos, pero siempre parece que molesta.
Hablo de los actos y eventos multitudinarios, luego existen otros deportes, de menor participación y parece que hasta lo sabemos cantar, pero son los menos. Tanto es así, que les cuento experiencia propia vivida por mí. Presentación de la formación Vox, ellos tienen por costumbre empezar y terminar sus actos con el himno nacional, cuando asistí por primera vez a uno de sus actos públicos, cuando oigo el himno me pareció algo raro, sinceramente, en principio me sobresalté y si me hubiesen preguntado en ese momento, hubiese dicho que lo quitaran, pero no solo fue ese momento si no al finalizar el acto de nuevo todos preparados para oír el himno, reconozco que no estaba yo preparado, pero no me puedo engañar, no estamos preparados para reconocer nuestros símbolos y nuestro himno, arrastramos unos prejuicios, generalizados, y otras veces intencionados, que nos trasladan a situaciones, como mínimo, desconocidas.
Creo que todo es cuestión de educación, cultura e ir asumiendo que la humanidad empezaba según la historia desde una edad de piedra y ya está, quedando para estudiar y si existe algo para aprovechar en la actualidad se hace, la época dictatorial, vivieron aquellos que se adaptaban a escachar y a abusar de los débiles, luego entraron a este sistema, al que estamos adaptándonos aún, a la democracia, aquellos franquistas y familias, por la puerta grande. Llegado ya a estas alturas, 43 años después, no sean gilipollas, ni unos, ni otros, sigamos construyendo una sociedad, solidaria y moderna en democracia, no perdamos el tiempo en alimentar cadáveres, ni muertos vivientes que solo nos llevará, donde nuestros padres y abuelos, nunca quisieron estar.
fuente:  https://canariasopina.com/2018/11/22/el-comentario-que-alto-queda-el-gofio/

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