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martes, 27 de marzo de 2018
Salió mal
Autora: Marisol Ayala.
En ocasiones tomamos decisiones en las que acertamos de pleno sin pensarlo mucho; en otras pensamos tanto sus pros y sus contras, medimos cada paso, y nos estrellamos.
Cuando el fracaso causa daños colaterales ocurre, como dice el protagonista de la columna, “me destrozo y destrozo, terrible”.
Le conozco hace años, más a él que a su mujer. Siempre me pareció un hombre sólido, que respetaba y le respetaban. Y guapo, qué también es un valor. Nadie sabe apenas de sus vidas, discretos, unidos. Al menos yo solo conozco lo que destilan, coherencia, buenas personas, compromiso. Un día de hace dos años me envió unas palabras por messenger que he visto ahora. Los escondrijos de las redes ocultaron sus palabras durante ese tiempo pero hace días haciendo limpieza tropecé con ellas. Saludos, afecto y por mi parte gratitud por el tiempo en el que me buscaba la vida y me ayudó. La misiva tenía una coletilla, origen de estas letras “si te apetece cuéntalo un domingo que te parezca”, me invitaba. Y eso hago hoy. Es un médico especialista, no diré más.
Tienen un hijo por encima de los treinta años y una buena situación económica. Un día decidieron aumentar la familia por la vía de la adopción, “somos progres, no pijos”, aclara. Felices, ilusionados y nerviosos le abrieron a una niña las puertas de sus vidas. La llamaron Estrella. Vivían pendientes de sus hijos pero la vida siempre camina por donde más cómoda se encuentra aunque el riesgo sea infinito. La chiquilla dio batalla desde pequeña. Sufría un TDAH, (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) diagnóstico que despuntó cuando con cuatro años comenzó a normalizar su asistencia a clase. Era un torbellino que lo alteraba todo. Pero lo peor estaba por llegar. Un día de esos años los educadores llamaron a los papás porque aquella criatura era incontrolable. Ese día abandonó la clase acompañada por la policía. Como se imaginan la vida de la pareja se ha convertido en un infierno que arde por los cuatro costados. Estrella dejó de ir a casa; pasaba los días con gente poco recomendable así que ocurrió lo que estaba previsto. Un embarazo. Rechazó a su bebé, no quiere ni verlo; lo crían sus abuelos. Para que la pequeña reconozca a su madre, cada mes buscan a Estrella y la llevan a casa para que se familiarice con la cara de mami. Está poco y regresa a su vida, a trapichear con heroína.
Todo salió mal.
fuente: https://marisolayalablog.wordpress.com/
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