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lunes, 9 de febrero de 2015

La isla canaria de Antoñito, el farero


Isabel García 
En su momento top, allá por el siglo XV, este apacible islote volcánico separado del norte de Fuerteventura por apenas seis kilómetros estaba invadido por infinidad de lobos marinos. Casi no había otra cosa, salvo lava por todas partes, vientos alisios para hartarse, calas recovecas de aguas turquesas y una montaña de 127 metros que respondía (y sigue haciéndolo) al nombre de La Caldera y que, de vez en cuando, escupía sus negras interioridades. Pero las también llamadas focas monje hacían sombra a todo. Hasta el punto de dar nombre al lugar: Isla (o islote o isleta) de Lobos.
De aquellos animales marinos no queda ni uno. Y de eso se encargaron, dicen las crónicas, los conquistadores normandos que arribaron a este atolón semiárido tostado por el sol africano y de seis kilómetros cuadrados. Codiciaban la grasa y la carne de los mamíferos y no dudaron en matar hasta el último para hacerse con el botín. Hoy en día, incluso se ha propuesto su repoblación, pero a los pescadores de la zona no le salen las cuentas: los lobos se comen entre 30 y 40 kilos de peces al día.
Los pescadores en cuestión no llegan ni a la decena y sus casas algo ajadas y perfiladas entre blanco y azul pueden verse a unos pasos de El Puertito, el único muelle en el que se permite el desembarco de embarcaciones privadas en la isla (ver foto superior). Hay más prohibiciones: nada de perturbar la paz con ruido, nada de cazar, nada de entrar con animales domésticos, nada de salirse de los caminos trazados...
A cambio, lo que Isla de Lobos ofrece es un paraíso todavía salvaje en el que las aves silvestres (hubera canaria, garzas, charranes, paiño común, avutarda, gaviota argéntea...) vagabundean a su antojo. Por algo fue catalogada como Parque Natural en 1994, así como Zona Natural Protegida. En El Puertito también está el único restaurante del lugar, comandado por los hijos de Antoñito, el farero, el último empleado de estas lides en la isla. Su jornada acabó en 1968 y, desde entonces, sus vástagos se dedican a servir paella, marisco y pescado fresco en el restaurante homónimo. Eso sí, hay que reservar con mucha antelación.
Es el punto de referencia de quien quiera reponer fuerzas tras una sesión de avistamiento de aves, de tostarse al sol en la playa de la Concha (debe el nombre a su forma), hacer surf y submarinismo o seguir una ruta de senderismo. Éstas están perfectamente señalizadas y atraviesan la isla de punta a punta llegando hasta los saladares del faro, los Hornitos esculpidos en la tierra o la zona de Las Lagunitas. A gusto del consumidor.
Más información. Para llegar a Isla de Lobos desde Corralejo, al norte de Fuerteventura, salen ferries todos los días de 10.00 a 16.00 horas. Internet: visitfuerteventura.es ywww.turismodecanarias.com.
http://www.ocholeguas.com/2014/11/04/espana/1415121103.html

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