ALEJANDRO RAMOS
Pleno abierto, pleno vivo
Una cosa es ser concejal sin más, y otra muy
distinta ser concejal de la calle. Esto lo he descubierto gracias a la
iniciativa que llamamos “Pleno abierto” y que pusimos en marcha el pasado mes
de noviembre. Desde que ocupé por primera vez el sillón de concejal empecé a
comprender a la gente que decía que “eso” (se referían al pleno) no servía para
nada, que era un paripé.
Desde el concepto abstracto, el pleno es o debería
ser, la herramienta más útil de que dispone la administración local para dar
solución a las cuestiones cotidianas de sus vecinos, más allá de presupuestos y
otras cuestiones administrativas que también son importantes, pero no únicas.
Ese era mi parecer hasta que viví mi primer pleno, hace ya un año y pico.
Comprendí que los ciudadanos no utilizaran su derecho de asistir a las sesiones
y que no tuvieran el más mínimo interés, cuando no respeto, por lo que allí acontecía.
Por mucho que me cueste reconocerlo, constaté que el salón de plenos estaba muy
lejos del ciudadano.
Pensamos que la única forma de que los vecinos
volvieran a confiar en la institución era abrírsela de par en par, ponerla a su
entera disposición. Y así lo hice desde mi modesta acta de concejal. Cuál fue
mi sorpresa, la de mis compañeros socialistas, al ver la respuesta en las redes
sociales, la gente tenía sed de transparencia, de democracia. En el primer pleno
trasladé un par de propuestas vecinales en mi turno de ruegos, y sólo tres
plenos después tuvimos que priorizar entre una larga lista de propuestas porque
era imposible trasladarlas todas en los cinco ruegos que me concede el
reglamento. Esta chispa ciudadana, esas peticiones que días antes del pleno me
llegan a través de facebook, whatsapp o cara a cara, me demuestran que en el
fondo, aunque enfadada y desencantada, la gente sigue necesitando y
participando en política. El sistema, el pleno en este caso, sólo está vivo si
está abierto.
Una vez más, me encuentro con el mismo concepto,
que viene a reafirmar todo mi ideario político y social: las personas son las
que dan vida al sistema, por lo que el sistema sólo debe entenderse si es al
servicio de las personas. Tres plenos después no sólo ha cambiado mi parecer
sobre su sentido, sino que disfruto cada pleno de una forma muy especial.
Disfruto de darle utilidad a mi presencia allí, de poder ofrecer respuestas y a
veces también soluciones a los vecinos y vecinas que confían en mí, y creen en
mi compromiso con ellos.
Para mí es prueba suficiente de que puede hacerse
esa política que defiendo centrada en la gente, en la que los ciudadanos son lo
más importante. Prueba suficiente de que el espíritu democrático sigue vivo en
lo más profundo de la sociedad. Somos sociales por naturaleza y la sociedad es
política. Hay que recuperar el sentido solidario del quehacer político,
humanizar las instituciones y ponerle cara e historia a los números que tan
ligeramente se manejan en papeles vacíos.
Doy gracias a los ciudadanos por devolverle al
pleno de Telde su sentido y por darme la oportunidad de disfrutar de la
política en un tiempo en que los que la ejercen han defraudado tanto. Es
momento de rescatar la crítica, el diálogo y sobre todo, el compromiso con lo
que es de todos. Ese es el camino que elegí y estoy convencido de que con esta
forma de construir ciudad, Telde volverá a ser referente social, económico,
deportivo y cultural.
Desde aquí les invito a que sigan transmitiéndome
sus propuestas, para que el pleno sea de Telde, no porque se celebre aquí, sino
porque trate asuntos que les preocupan a ustedes, los teldenses, los legítimos
propietarios de cada ruego, cada pregunta y cada moción que se traslade al salón
de plenos. Si seguimos así, iremos bien, Telde irá bien, y el cambio será bueno
para todos.
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