Para ponernos en situación debemos remontarnos a 1884, fecha en la que se inauguró la
máquina del azúcar, pues sin ella no se podría concebir esta apreciada bebida sobre todo
para los canarios.
Fue inaugurada bajo la advocación de San pedro al estar muy cerca la iglesia del mismo
nombre. Durante muchos años se procesó en sus instalaciones la caña del azúcar, después
de pasar por el ingenio situado en Los Picachos donde ya se daba comienzo a la
elaboración del azúcar.
De ahí era trasladada a las instalaciones de la máquina del azúcar, donde se molía para
extraer de ella el orujo, líquido dulce que se suele vender en las fiestas y que aun hoy
continuamos disfrutando, sobre todo en las de la Inmaculada Concepción, en Jinámar.
También se procesaba la caña para obtener el célebre “Ron de Telde” de gran fama entre
los canarios y que no podía faltar en nuestros sancochos tanto para tomarlo, sobre todo los
hombres, como para añadírselo a la pella aportandole un sabor peculiar, hoy ésta
costumbre se ha ido perdiendo, siendo sustituido por frutos secos lo que ha desvirtuado a
nuestra pella de gofio canaria.
No quiero pasar por alto otro de los productos estrella de la caña del azúcar, como es la
melaza o miel de caña, ésta se elaboraba y vendía en las misma fabrica.
Este producto en particular me remonta a mi niñez y adolescencia, ya que en varias
ocasiones y acompañada por mi hermana y sus amigas, nos acercábamos para comprar uno
o dos kilos de este delicioso manjar.
Cuando llegábamos a casa la amasábamos con gofio ¡menudas meriendas! También la
disfruté bañando con ella las tortillas de calabaza que mi santa madre hacia como nadie.
Como todo, el ron de Telde se ha desvirtuado perdiéndo su caracterisco sabor siendo
además sustituido por otros que nos llegan de diferentes lugares.
Sin embargo nunca podrán lograr el sabor y olor tan caracterisco de nuestro querido ron.
María Sánchez.
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