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No es un simple capricho de un grupo de personas, es una necesidad que este tipo de transporte deje de circular por una calle que está destinada al paseo de personas que desean hacerlo sin correr el riesgo de ser atropellada por uno de estos patinetes.
Los jóvenes no respetan al peatón, joven o mayor, no respetan tampoco a los niños que juegan alegremente ante el riesgo de ser atropellados.
Las personas son vulnerables ante quienes los manejan, pues lo hacen a toda velocidad y en zigzag sin pararse a pensar que tienen un arma mortal en las manos y no exagero al decir esto pues todos conocemos los casos de atropellos que han causado muertes y que se las debemos a estos aparatos.
No tienen límite de velocidad, no hay vigilancia policial día a día y, mientras los dueños corren a sus anchas sin importarles nada más que su propia satisfacción.
Ayer sábado por la tarde una señora fue atropellada y calló al suelo, el chico se dio a la fuga y no paró para ver lo que había sucedido. Como no hay vigilancia policial él continúo como si nada hubiera pasado.
Se sospecha que lo vieron regresar por el mismo lugar pero lo hizo ocultando la cara tras una gorra y una mascarilla.
¿Es tan difícil que durante una semana y diariamente pasara un guardia por el lugar?
¿O están esperando que la cosa vaya a más?
María Sánchez.
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