ACANTILADO DEL AMOR
Permanezco sentado al borde del acantilado del amor,
mientras escucho una suave y duce voz,
que se me acerca y permanece a mi lado.
Me deleita con su musiquilla sensible y serena;
parece como si procediera del mismo Cielo.
Oigo ahora la fresca brisa, que se acerca,
suspirando sutil, lánguida refrescando mi cara.
Pero también desde la lejanía me llegan otras voces;
las de las atormentadas almas que huyen,
las que suenan huecas, mustias, quejosas…,
sin esperanza alguna.
Son aquellas que lamentan la hollada por profana,
envueltas en ese ambiente hostil del patrio desamor,
las que no quieren saber nada de mi España,
como los vascos y los independentistas catalanes.
Julio César González Padrón
No hay comentarios:
Publicar un comentario