Articulo de Marisol Ayala
Para mí han sido un misterio los diez últimos años en la vida política de José Manuel Soria. Lo que daría por hacerle mil preguntas pero hay cosas que lo hacen imposible. Una; el desprecio que el siente por las plumillas que le cuestionan. Dos; no concede entrevistas a los mindundis y mucho menos contesta a las preguntas que a tantísimos nos rondan por la cabeza.
En sus inicios JMS parecía un político capaz, con deseos de hacer mejoras, primero en su ciudad y más tarde por su isla pero, ya ven, comenzó a sacar la patita y descubrimos a un soberbio insuperable que falta al respeto y que ejerce su “o conmigo o contra mí”. Conozco una hilera de atropellos y de abusos en los que siempre ha perdido el menos fuerte, el más vulnerable. Son tantos los conflictos que ha protagonizado que les agotaría tan solo contando la mitad. Como cuando acudía a una consulta privada y como si de Mickel Jackson se trataba exigía tanta seguridad, tanta discreción, que rayaba la obsesión.
U otra. Ocurrió cuando las urnas llevaron por primera vez a Soria a la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria. Por entonces JM tenía bigote y corte de pelo a navaja. Era el macho-man del Ayuntamiento, guaperas y joven que trataba de ocultar con un golpe de cabeza a modo de saludo amigable lo que la verdad escondía. Poco de fiar resultó siempre. Un encantador de serpientes. En uno de esos días de aquellos años recuerdo que compañero un fotógrafo le hizo fotos durante una rueda de prensa creo que al día siguiente de ser nombrado alcalde. La foto en cuestión, sí hacen memoria igual la recuerdan, nos mostraba a un José Manuel Soria atusándose todo el pelo, de frente hacia atrás. La imagen lanzaba el mensaje de “en menudo lío me han metido”. Evidentemente el fotógrafo se dio cuenta de lo que esa imagen “hablaba” y la captó. Era la foto de alguien desbordado por lo que se le venía encima que por primera vez asumía la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria. Esa imagen fue primera página en La Provincia al día siguiente. Era una imagen que no necesitaba explicación alguna. Merecía esos honores. Soria esa vez no llamó al periódico, como más tarde haría con frecuencia, pero sabíamos que gustarle le había gustado poco. Semanas después convocó otra rueda de prensa y entre fotógrafos y periodistas localizó al autor de aquella instantánea que tanto le molestó; cuando lo tuvo a tiro desde la mesa presidencial lo miró y le hizo el gesto típico de “eso no, te corto el cuello”. Se trataba de una amenaza a medio camino entre la risa y el cabreo. Desde ese día el compañero anduvo con pies de plomo y aunque trató de devolverle la velada amenaza con una ristra de fotos de sus tics nerviosos, decidió que no valía la pena; no le conducía a nada y las dejó en las hemerotecas. No lo recuerdo.
Soria es un personaje política y socialmente temido pero especialmente soberbio y vanidoso hasta la enfermedad. Es capaz de aplastar al padre, a Rajoy en este caso, para subirse a la parra. Su vida es un pulso y nunca lucha de igual a igual. Con los vulnerables se lo pasa mejor. Ve el miedo en sus ojos y eso, le pone. En Canarias ha ejercido su poder con la precisión de un reloj suizo. Tic, tac, tic, tac. Minuto y resultados. Por casualidades de la vida creo haber sido una de las primeras que habló con él en la redacción de La Provincia. Una tarde, todavía JM no estaba en política, seguramente ni él lo recuerda, entró en la redacción acompañado de quien había sido contratada días antes como su jefa de prensa. Le duró tres días. Pasó que ni ella estaba acostumbraba a los desplantes ni él a lidiar con la prensa. El Soria de entonces no tenía ni idea y preguntaba por aquel que veía en un despacho. Ambos entraron al periódico y como nadie conocía a Soria –hoy eso parece mentira pero era un perfecto desconocido- su representante de prensa estaba perdida y me levanté a saludarla. Me lo presentó, hablamos de chorradas. Nadie le hizo caso y a los veinte minutos se marcharon.
Viendo hoy con el correr de los años su ascenso a los altares pienso que queda de aquel hombre vanidoso, soberbio e irrespetuoso. Pero no tengo dudas; mucho. Mucho. Superándose a sí mismo. Que muchos celebren su caída del Banco Mundial, es una evidencia.
En las islas sus detractores son legión. Pero no hablan. Callan y esperan. Creo que todos los conocemos más que él mismo. Su último episodio, el del Banco Mundial para el que lo propusieron Rajoy y Guindos ha sido su segunda muerte política pero los que están cavando su fosa, paren, paren. Ese muerto está vivo muy vivo.
Y termino, ¿qué puede pasar por la cabeza de una persona brillante como es Soria para entregarse en cuerpo y alma en suicidarse socialmente? Se me escapa. Lo que observo es a una personaje que colecciona enemigos, que es feliz con la adulación desmedida, convencido que el mundo no le agradecerá nunca lo suficiente haber nacido aunque, mala suerte, en su tierra, Canarias, el desprecio que provocan a sus actitudes le hayan convertido por derecho propio en político más rechazado de las islas. Lleva años con la soga social anudada al cuello pero lo peor es que quien lo controla, el nudo, digo, es el propio Pepe Manuel.
¿Por?, ahí me pierdo.
FUENTE : http://www.marisolayala.com/
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