Paseo por las calles de Madrid ensimismado, los cientos de carteles de publicidad y de las elecciones europeas me inundan el cerebro, y apenas me detengo...pero de repente, algo llama mi atención, un signo de exclamación negro en fondo blanco, simple, minimalista y un reclamo poético “La protesta también es democracia” (nótese que es un endecasílabo acentuado en la sexta sílaba que suena a poema).
Algo tan sencillo y limpio entre tantos colores y formas desordenadas nos recuerda que la democracia que conocemos, nos guste o no, la hemos alcanzado gracias a la protesta pacífica, y si queremos más democracia, pues hará falta más protesta. Y así lo dicen las calles de numerosas ciudades del Estado, que gracias al esfuerzo y trabajo de #voluntasGP amanecen con carteles reivindicando la protesta como un derecho democrático.
En todas las lenguas del Estado y en ciudades de norte a sur y de este a oeste las calles reclaman la protesta. Grupos de voluntarios de Greenpeace de 23 ciudades han participado de esta pegada de más de 5000 carteles para reclamar un espacio público que no sólo pertenece a la publicidad y a los partidos políticos, también pertenece a la ciudadanía.
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