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viernes, 30 de mayo de 2014

Cumbre Vieja, peligro inminente

 


La gente que vive en las vertientes de la Cumbre Vieja, no sabe dónde está Cumbre Vieja. Es un nombre, un topónimo que está en los mapas  oficiales, pero no pertenece al vocabulario de  las poblaciones de Montes de Luna, Las Manchas o Las Indias que delimitan zonas de lo que genéricamente se denomina como El Monte.
Sin embargo, la Isla de La Palma es conocida a nivel internacional precisamente porque existe Cumbre Vieja. Ni el rico patrimonio arqueológico, natural, cultural o histórico, ni nuestras bellezas naturales o la calidad del cielo para ver las estrellas,  le dan a La Palma un conocimiento tan generalizado como lo es su vinculación con la Cumbre Vieja.
Y es que según aportaciones de científicos y decenas de documentales de  cadenas temáticas de televisión, las consecuencias de una hipotética erupción en Cumbre Vieja   y el consiguiente desplome de media Isla, provocaría la formación de una ola de 900 metros de altura que atravesaría el Atlántico a gran velocidad para descargar sobre las costas americanas con una violencia jamás vista.
Benfield, una entidad americana de compañías de seguros, calcula que, sólo en la costa este de  Estados Unidos, Centroamérica , Sudamérica y las islas del Caribe,  el maremoto afectaría a más de cien millones de personas con el impacto de la ola que al llegar a la costa de la otra orilla tendría una altura de más de sesenta metros  y un poder de penetración próximo a los quince kilómetros.
Se escribió una novela malísima, desde el punto de vista literario, titulada ‘Volcán’, del escritor inglés Richard Doyle, especializado en temas de misterio y suspense y que al leerla  da la impresión  que el autor, además de no haber estado en La Palma ni siquiera se documentó suficientemente. Tiene abundantes imprecisiones geográficas y etnográficas en el relato que narra la erupción por el Charco Verde y sus consecuencias en América por el tsunami que provoca.
En 2004 se publicaba en Estados Unidos otra novela de ciencia ficción, escrita por  el inglés  Patrik Robinson, que es uno  de los grandes novelistas de best sellers con temática naval. La novela se titula  ‘Scimitar SL-2’ y trata de un grupo islamista interesado en atentar contra los Estados Unidos. Para conseguir sus objetivos, los terroristas secuestran un submarino nuclear con el cual pretenden bombardear con torpedos la  Cumbre Vieja  para que se produzca la ola que arrasaría gran parte de la patria del Tío Sam.
‘El Quinto Día', novela del alemán Frank Schätzing se refiere asimismo al volcán Cumbre Vieja y a su colapso provocado por animales marinos.
Y, sin embargo, el principal riesgo que presentan los montes de Cumbre Vieja no tiene nada que ver con el tsunami previsto,  no es tan apocalíptico ni tiene carácter universal. Es menos remoto y tiene que ver con el próximo verano y las previsiones meteorológicas que anuncian altas temperaturas con riesgo elevado de incendios forestales.
La Cumbre Vieja es espacio natural protegido desde que Parlamento de Canarias aprobó la Ley en 1987. A partir de ese año, ante las dificultades para abrir pistas forestales, construcción de cuartos de aperos y otras instalaciones que mejoraran la rentabilidad, se abandonaron definitivamente las tierras que desde siempre se habían considerado como de las mejores de La Palma para pastos y árboles frutales de secano que han desaparecido por completo. Ahora en su lugar existen solo pinos que ya ocupan casi toda la superficie de este Parque Natural.
Los pinares son extremadamente productores de material combustible. Barrancos y laderas de la vertiente oeste de Cumbre Vieja llevan decenas de años acumulando piñas, pinillo y leña  que por lugares llegan a ocupar metros de espesor. Además las terrazas y valles que se orientan al oeste de la cordillera son geológicamente nuevas, careciendo de barrancos profundos y siendo ocupados estos espacios por asentamientos humanos.
En los montes de Puntagorda, Tijarafe y Garafía, que no tienen especial protección, se diseñó un ambicioso plan de instalación de conductos de agua para sofocar incendios y que son aprovechados para irrigar los campos llenos de viñedos y frutales. Cuartos de aperos, pistas forestales e instalaciones agrarias modernas se ven a lo largo de la antigua traviesa que surca estos montes y que han logrado que todos estos lugares sean considerados hoy como los mejor adaptados de la Isla para el cultivo de la viña.
Cumbre Vieja, cuyo topónimo sólo es oficial, está protegida por la Ley, ya no produce nada y es una maravilla visual para visitantes y senderistas.  Pero no tiene, prácticamente, recursos contra los incendios. Los habitantes de la zona saben que un fuego en este monte sería imposible de apagar con los medios actuales y que un invierno de lluvias abundantes provocaría un desastre incalculable en las áreas pobladas ante la ausencia de barrancos que drenen las cuencas.
El peligro de la Cumbre Vieja no es un tsunami que, como dicen los geólogos puede ocurrir dentro de cuatro mil años. Tiene mucho más que ver con decisiones de tipo político y comportamiento social de ahora mismo. Ojalá nos acompañe la suerte.
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