OPINIÓN
Existe una preocupante realidad hoy día en nuestra sociedad, con relación a la desafección de la ciudadanía con sus políticos-as.
Históricamente no hace tanto que pasamos de una dictadura a una democracia, y el sentimiento de la sociedad ante ese cambio vital, era manifiestamente diferente.
Y aunque obviamente, como en todo, tiene varias variantes, hay una que creo sobresale al respecto, que es el incumplimiento reiterado de promesas, que lleva a la gente a cansarse.
A este respecto me hago una pregunta:
¿se pueden ganar unas elecciones sin prometer aquello que la gente quiere escuchar?...
Recuerdo en mi época de estudiante, hacer en clase un simulacro entre dos personas de cara a un mitin, y luego se votaría a uno de los candidatos:
El primero, mostró objetivamente cual era la problemática que veía y que proyectos se podrían aplicar, la financiación necesaria y como ir implantándose para mejorar a medio plazo la situación.
El segundo, de una manera más subjetiva, tocó la fibra, y prometió soluciones, hablando de injusticia, etcétera... ¡ARRASÓ!, yo creo que le votó hasta el otro candidato, a pesar de que en ningún momento explicó como quería hacer todo aquello que prometía.
Desgraciadamente, a veces parece no distar mucho de la realidad.
¿La conclusión, es, deberíamos valorar más la verdad y castigar con más contundencia la mentira y todo lo que conlleva, aunque sea cada cuatro años?
Con sinceridad, si te engañan una vez, es culpa del político, si te engañan dos, pues igual también del político, pero tres, cuatro o cinco, deberíamos analizarlo.
Estamos en un momento en que nuevas generaciones muy preparadas, centrarán el futuro de la sociedad para nuestros hijos e hijas, desde la política municipal hasta la global;
Apuesto al respecto por un proyecto y una política de soluciones viables y reales, no de mentiras, o lo que la gente quiere escuchar; de diálogo, en vez de denigrar al adversario; y de futuro, en lugar de miedo y pasado.
Tengo 49 años, escuchaba el otro día que seremos la primera generación, que a nuestros hijos e hijas les cueste más salir adelante, que a nosotros-as, no podemos permitir eso.
Tenemos una gran tierra y un gran país, ¡En nuestras manos está que sea bien dirigido, valorándolo, aunque no siempre se nos diga aquello que queremos oir!
José Suárez
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