Mar estaba en esa edad que llamamos del pavo, sentía vergüenza por todo y de pequeñas cosas que le ocurriera ella hacia una obra de teatro de tres actos. A todo ponía pegas, de todo se quejaba pero sin intentar poner remedio a nada, siempre pensaba “para eso está mamá, yo soy pequeña ya tendré edad de aprender”.
La abuela, que la visitaba con frecuencia, sufría mucho viendo como aquella mocosa trataba a su madre a la que vio llorar a escondidas en más de una ocasión. En una de sus visitas la niña, como siempre, estaba llorando, gritando casi pataleando como un caballo. A la señora le vino a la mente aquellos berrinches de sus hijos que ella, con santa sabiduría, hacia desaparecer moviendo la mano de un lado a otro como aspas de molino.
Se acercó a la niña y le preguntó ¿Qué te pasa hoy? La cría alzó su llanto cual soprano en concierto, y entre jipio y jipio, dijo “que mi madre no sabe lavar y me deja las toallas resecas y me raspan la cara”. Su abuela dijo “eso tiene remedio” ¿Cómo? Pregunto la niña impaciente, y a la vez que tomaba la toalla en las manos y la apretaba suavemente le dijo a su nieta” amorosándola” porque amorosar significa dar amor, acariciar, ablandar eso es justo lo que tienes que hacer con tu vida, con tu actitud con tu manera de hablar a tu madre. Querida niña, amorosa tu corazón, tu carácter tu lenguaje y notarás que todo te saldrá bien.
Autora. Mary Almenara.
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