Por naturaleza, nos gusta ser independientes durante toda nuestra existencia. Sin embargo, la vida nos depara acontecimientos inesperados que nos hacen cambiar nuestros principios.
Esto es lo que les ha ocurrido a las personas que, por diferentes motivos, se ven obligados a depender de los cuidados de otras personas.
Pero, no por ello dejan de sentir y tener emociones. Conocedores de estos sentimientos, con cierta frecuencia y, por llamamiento expreso de la directora del centro, nos vamos con nuestra parranda, cantos y risas a hacer pasar unas horas de alegría a quienes su vida se cierra entre cuatro paredes y el cuidado cariñoso de las hermanas de la residencia de San Vicente Paúl.
Si usted desea que visitemos ese centro que conoce, háganoslo saber. Solo podemos ir por invitación de los responsables de dicho centro.
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