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domingo, 29 de marzo de 2015

Curiosidad del idioma japonés


Ilustremos el tema con un enigma:

Un directivo de una empresa debe viajar a Japón para cerrar un importante negocio. Como dispone de varios meses antes de que todo esté preparado, decide tomar clases de japonés para impresionar a sus colegas orientales. Así que contrata a una profesora de japonés y se ponen a trabajar en ello.
Tras cientos de horas de estudio y gracias a su plena dedicación, consigue un muy aceptable nivel de japonés.

Durante las conversaciones de negocios, los japoneses se muestran sorprendidos por su japonés. Sorprendidos y… divertidos.
En efecto, aunque habla muy bien japonés, se ríen de él, incluso hacen comentarios de burla. ¿Por qué?
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Veamos la respuesta:

En el idioma japonés existe un alto grado de distinción entre el lenguaje de las mujeres y el de los hombres. Las diferencias de la forma en que mujeres y hombres usan el idioma se puede detectar en niños de tan sólo tres años.

En japonés, la forma de hablar característica de las mujeres se denomina onna kotoba, ‘palabras de mujeres’ o joseigo, ‘lenguaje de mujer’. Utilizan palabras intrínsecamente femeninas, formas más educadas, más suaves en el discurso, más partículas interrogativas y sin palabras irrespetuosas. En general, las palabras y expresiones femeninas denotan una forma de hablar más formal, deferente o suave.

El habla femenina incluye el uso de pronombres personales específicos, la omisión de la cópula da, el uso de partículas al final de frase tales como wa y un uso más frecuente de los prefijos honoríficos o y go.

La forma de hablar característica de los hombres se denomina otokorashii, ‘varonil’. Utilizan menos formas formales y en menos situaciones, usan formas bruscas, hablan en un registro inferior y usan palabras intrínsecamente masculinas.

Los hombres utilizan determinados pronombres personales masculinos, usan el informal da en lugar de la cópula desu, usan partículas masculinas al final de frase como zo, y usan prefijos honoríficos con menos frecuencia que la mujer.

En general, las palabras y expresiones masculinas se consideran rudas, vulgares o duras, mientras que las palabras y expresiones femeninas denotan una forma de hablar más formal, deferente o suave.

Así que un hombre que usa palabras y expresiones femeninas puede ser considerado afeminado, aunque sus frases sean perfectamente correctas desde el punto de vista gramatical.

Y eso es lo que le ha ocurrido al directivo de nuestro enigma. Ha aprendido a hablar de una mujer y, al hablar como tal, ha provocado las risas de sus interlocutores a los que ha hecho gracia oír a un hombre hablando como mujer.
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