“La señora” Emilia se despacho a gusto a su paso por toda España. Pocas son las provincias, incluidas nuestras islas, que no recibieron el regalo Navideño con antelación en forma de agua cristalina que la tierra agradeció con alegría y algún susto que otro.
Cuando el agua arreciaba con fuerza nos ponía en alerta, haciendo que el miedo se adueñara de nosotros, al pensar en tragedias pasadas, por suerte no lamentamos daños personales que empañaran este regalo del cielo.
Las presas recogieron con avidez las cataratas de agua que llegaban hasta ellas, cambiando un panorama antes árido y reseco por el ruido de miles de litros de agua que iban a morir a sus entrañas.
Nuestras montañas, antes ocre, se cubrieron de un manto verde que cambió su triste fisonomía, a la vez que nuestras cumbres se vistieron de blanco poniendo una estampa totalmente Navideña en nuestras queridas islas.
Tal parece que, Zeus, dios de la lluvia, Thor, dios del trueno y Poseidón dios del mar unieron sus fuerzas para demostrar a los hombres que no son dueños de la tierra en la que viven.
María Sánchez.
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