A los canarios nos hace gracia ver en los informativos nacionales esas lenguas de
calima que están invadiendo el sur o este de la península ibérica. Nosotros que llevamos años
sufriéndola y, en algunas de las ocasiones, hasta límites que no les desearemos nunca.
La calima es un fenómeno meteorológico consistente en una alta concentración de
pequeñas partículas de agua mezclada con sales marinas o, el que sufrimos nosotros, de polvo
de las tormentas de arena de los desiertos del norte de África que los vientos traen hasta
nuestras costas. Aquí, nos lo trae el viento Siroco.
El principal problema que plantean es a nivel respiratorio. Los pacientes con asma,
fibrosis y otras afecciones pulmonares no reciben el oxígeno en las concentraciones que sus
cuerpos necesitan y requieren un ingreso que satura los centros hospitalarios. Lo sufrimos en
las urgencias de los centros médicos hasta su colapso. Recuerdo uno de estos días en los que
se hace impracticable salir a la calle. Era el Día de Reyes de 2002. Les juro que, desde mi casa,
no se veía la fachada de la acera de enfrente de la que distan como unos 20 metros. Solo se
veía como si estuviéramos en una nube de color naranja fuerte. Luego hubo una peor en 2020,
pero la anterior nos dejó muy marcados. Además, si la isla de Gran Canaria tuvo tan bajo índice
de contagios en la primera oleada de pandemia, se lo tenemos que agradecer a la Calima, que
hizo que la gente se quedara en sus casas los días grandes del Carnaval de Las Palmas de Gran
Canaria. Ya ves, le salvó la vida a mucha gente; la que les quita en las UCI,s de nuestros
hospitales durante el resto del año a pacientes con patologías pulmonares severas.
Pues este artículo sirva para darle consejos a los lugares a los que llega la calima y
antes no sabían lo que era: salgan a las calles con mascarillas, no abran las ventanas de casa, y;
sobre todo, no tiendan la ropa en la fachada y no laven el coche. Ni se les ocurra, porque es
mejor tenerlo sucio un par de semanas a lavarlo y que de repente se ponga a llover barro. Sí,
tal cual como se lo cuento, barro.
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