AUTORA : ELISA R. COURT
Cuenta Emmanuel Carrère en su libro De vidas ajenas sobre los efectos devastadores de un tsunami en una zona de Sri Lanka. El narrador y su familia, que pasan allí las vacaciones, se salvan. Sin embargo, una pareja de franceses, a la que conocieron días antes, pierde a su hija Juliette, de 4 años. Juntos se entregan a la búsqueda del cuerpo desaparecido, moviéndose entre escombros en un ambiente de absoluta desolación.
Cabría preguntarse si su decisión responde a motivaciones altruistas, a la empatía que se deriva de saber situarse en el lugar de los demás. Es el narrador del libro de Carrère quien ofrece la respuesta. Su hijo de 13 años, refiriéndose al viejo Philippe, le lanza a bocajarro: “En su lugar, ¿tú harías lo mismo que él?” Si su nieta, le pregunta, o si él, su hijo, hubiera muerto, ¿se ocuparía de los pescadores? El niño tiene claro que por su parte pasaría de ayudarles. “No pasar de ellos”, contesta el padre, “es la prueba de una generosidad extraordinaria o bien una estrategia de supervivencia.” Él prefiere considerar lo segundo. Le parece más humano. “En un momento determinado, lo más humano es pensar solo en uno mismo. Preocuparse de la humanidad en general cuando ha muerto tu hijo es algo que no me creo.” Piensa que Philippe se preocupa de sobrevivir a la muerte de Juliette y de salvar a la madre de esta.
El anciano quiere ser útil. ¿Cómo negar que es un ser bondadoso? Pero ¿qué otra cosa iba a hacer consigo mismo, después de tan tremendo golpe?
FUENTE : http://www.marisolayala.com/
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