UNA NAVIDAD ATÍPICA

 

Mary Almenara

 Pasan los días, aparentemente cada vez más rápidos, lo que nos lleva al paso de un mes tras otro casi sin darnos tiempo a saborearlos, ni a vivir cada día y cada hora, los apuramos como el niño que come de una caja de bombones pensando que no tiene fin.

Y así hemos llegado al final de este 2020 que nos ha atrapado entre sus garras como depredador que aferra a su víctima.

Así nos cerró en casa nada más comenzar a dar los primeros pasos el mes de enero con la llegada de un virus que trastocó nuestra vida sin darnos cuenta.

Fue avanzando a pasos de gigante llevándose con él vidas humanas, a la vez que borraba de un plumazo las fiestas de carnaval, Semana Santa, feria de abril y todas las fiestas patronales de la nación. Nos impidió los días de playa y con ello las vacaciones estivales, por si todo fuera poco hizo que nos pusiéramos una mascarilla escondiendo tras ella la risa que dedicamos al hijo o al amigo.  

Con la esperanza de que todo terminara como si de un mal sueño se tratara, hemos llegado al mes de diciembre con sus fiestas y sus luces que este año nos llevará a una Navidad nuca pensada.

Sin embargo hacemos frente a este bicho, que sin patas camina por el mundo entero llevando el dolor allá donde va, y digo hacer frente pues cada uno de nosotros celebrará la Navidad, con extremas precauciones y cuidados, rodeado de pocas familias pero con amor e ilusión, cantaremos villancicos partiremos, el turrón comeremos las peladillas y polvorones luchando con el añurgadero que, como cada año, nos amenaza con dejarnos sin respiración.

Duele no ver nuestra casa llena con la presencia de hijos y nietos pero, no olvidemos que existen las videoconferencias, que algo mitigará el dolor de la ausencia.

Salgamos a la calle para que nos llegue el olor a las castañas tostadas, paseemos bajo las tintineantes luces que de lado a lado nos abraza como queriendo felicitarnos, hagamos las compras para la noche en que llegan los Reyes Magos. No le amarguemos ese día a los niños que bien se merecen ver un juguete en el zapato al amanecer del día seis. Ellos ya tienen bastante con llevar su boca tapada cada vez que salen de casa, ocultando esa risa inocente que solo tienen los niños.  cantemos villancicos aunque sean los mismos que el año pasado y el otro anterior, que los peces sigan bebiendo en el río y que a San José los ratones le sigan royendo los calzones, y todo esto alrededor de nuestro árbol que con sus bombetas, farolillos y guirnaldas llena el salón de colores y alegría.

Les deseo que vivan la Navidad con alegría, pero con las precauciones suficientes para que al terminar estas fiestas no tengamos que lamentar la marcha de un familiar o amigo. Si nos lo proponemos viviremos estas fiestas con alegría, y sobre todo con salud.

Se lo deseo de corazón.

Mary Almenara.