Durante casi una semana, Gran Canaria y Fuerteventura han sido plató de rodaje de una película que aspira a ser uno de los éxitos de taquilla y también a acaparar los premios más codiciados (Globos de Oro, Óscar de Hollywood y los Bafta). Se trata de ‘Allied’, una historia basada en hechos reales, que cuenta las aventuras y los amores entre dos espías unidos por una peligrosa misión en el Marruecos de la Segunda Guerra Mundial.
¿Y qué pintan Gran Canaria y Fuerteventura en esa historia? Fueron elegidos como escenarios naturales para las localizaciones exteriores ambientadas en Marruecos, de manera que la capital grancanaria se transformó durante tres intensos días en la Casablanca de los años 40, epicentro del espionaje, con nazis, franceses sumisos y aliados paseándose en sus calles, mientras que en Fuerteventura se rodó la parte correspondiente a la llegada del personaje de Pitt a Marruecos, desierto incluido.
En esos días de rodaje, si alguien se ganó al público fue Brad Pitt. Llegó, como la megaestrella de Hollywood que es, rodeado de grandes medidas de seguridad, con escolta de la Guardia Civil incluida y precedido de una intensa rumorología sobre la posibilidad de que lo hiciera en avión privado y acompañado de Angelina Jolie y la prole que comparten. Pero al final lo hizo como uno más -con tratamiento VIP- de las 200 personas desplazadas por la productora desde el Reino Unido, donde se ha filmado gran parte de la película.
Brad Pitt, al igual que el director, se alojó en el hotel Santa Catalina, en una habitación con el balcón cerrado a cal y canto con mamparas para preservar su intimidad. Y cuando parecía que iba a ser imposible acceder a él, apareció el Brad Pitt que cada día de rodaje hacía las delicias de los cientos de curiosos que se acercaban a los tres escenarios (Canalejas y Padre Hilario; Belén María y Plaza de Cairasco). En esos puntos se pudo ver a un Brad Pitt que aprovechaba los descansos de las largas horas de rodaje para acercarse hasta la valla que le separaba del público y regalarles su mejor sonrisa, saludar y dejarse fotografiar. Más aún: la noche del pasado domingo auxilió a una niña presa del pánico y de los empujones y la coló en el rodaje, accediendo luego a posar con ella.
Brad Pitt, al igual que el director, se alojó en el hotel Santa Catalina, en una habitación con el balcón cerrado a cal y canto con mamparas para preservar su intimidad. Y cuando parecía que iba a ser imposible acceder a él, apareció el Brad Pitt que cada día de rodaje hacía las delicias de los cientos de curiosos que se acercaban a los tres escenarios (Canalejas y Padre Hilario; Belén María y Plaza de Cairasco). En esos puntos se pudo ver a un Brad Pitt que aprovechaba los descansos de las largas horas de rodaje para acercarse hasta la valla que le separaba del público y regalarles su mejor sonrisa, saludar y dejarse fotografiar. Más aún: la noche del pasado domingo auxilió a una niña presa del pánico y de los empujones y la coló en el rodaje, accediendo luego a posar con ella.
Más reservada se vio a Marion Cotillard, que llegó a Gran Canaria el viernes 20, acompañada de su hijo de cinco años. Arribó en vuelo privado desde Cannes, en cuyo festival presentó dos películas, y se la pudo como ver como una disciplinada, pero algo distante, actriz en el rodaje, atenta siempre a las órdenes de Zemeckis y paciente ante los continuos retoques de peluquería y maquillaje, además de los cambios de vestuario.
A la espera de ver el resultado en pantalla, las comparaciones con la mítica película ‘Casablanca’, de Michael Curtiz, serán inevitables. Claro que ni Pitt ni Cotillard son Humphrey Bogart ni Ingrid Bergman, pero como percha de galán no hay duda sobre las ventajas del rubio actor ni tampoco sobre la capacidad de Cotillard de mutar ante la cámara y hacer creíble cualquier personaje, sobre todo si tiene que añadir unas gotas de ‘femme fatale’. Como muestra, ahí están las imágenes de ambos, vestidos de gala y metralleta en mano saliendo a tiros del cuartel nazi en que se convirtió la antigua Fábrica de Hielo de Belén María. Casi como Warren Beatty y Faye Dunaway en ‘Bonny & Clyde’.
A la espera de ver el resultado en pantalla, las comparaciones con la mítica película ‘Casablanca’, de Michael Curtiz, serán inevitables. Claro que ni Pitt ni Cotillard son Humphrey Bogart ni Ingrid Bergman, pero como percha de galán no hay duda sobre las ventajas del rubio actor ni tampoco sobre la capacidad de Cotillard de mutar ante la cámara y hacer creíble cualquier personaje, sobre todo si tiene que añadir unas gotas de ‘femme fatale’. Como muestra, ahí están las imágenes de ambos, vestidos de gala y metralleta en mano saliendo a tiros del cuartel nazi en que se convirtió la antigua Fábrica de Hielo de Belén María. Casi como Warren Beatty y Faye Dunaway en ‘Bonny & Clyde’.
fuente : http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=421489
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