Nadie, excepto él, creyó en aquel boceto pintado a mano sobre la hoja de una libreta. Nadie, excepto Alain Carpentier. «No podía soportar más ver morir a gente joven por ataques al corazón», repetía el hijo de la pianista de Toulouse, quien de niño, milagrosamente vivo tras superar una peritonitis, prometió a su madre que sería médico. Y no uno cualquiera. Veinticinco años después de aquellos primeros trazos en papel, Carpentier, haciendo honor a su merecida fama de visionario, ha logrado lo que ningún otro inventor fue capaz de imaginar: un corazón artificial hecho a imagen y semejanza del humano. Un músculo de titanio, elaborado con tecnología espacial, provisto de dos ventrículos y cuatro válvulas, que late 100.000 veces por día, 36,5 millones de veces al año, con ritmo, sin parar. El órgano vital del hombre, fuente del amor y las emociones, el primero que nace en el embrión, es una máquina total. «Un corazón para toda la vida», tercia esperanzado el jefe de trasplantes del hospital catalán de Bellvitge, Nicolás Manito, buen conocedor de esta joya de la bioingeniería cardiaca. Tardará al menos un año en llegar a España.
fuente : http://www.elmundo.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario