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sábado, 9 de noviembre de 2013

SARO SOSA, PREGONERA EN LAS FIESTAS DE SAN GREGORIO









Por María Sánchez:





En la pasada noche del día siete de noviembre nos acercamos, como cada año, para escuchar y disfrutar del pregón que da el pistoletazo de salida a nuestras fiestas patronales.
Fue un pregón lleno de emotividad, de recuerdos, no sólo para quién lo llevó a cabo, sino para todos los presentes. 
Sin ánimos de hacer comparaciones, que siempre resultan de mal gusto, este pregón se salió de la monotonía en recordarnos de que siglo es la talla del santo o de cual otro data la parroquia de nuestra ciudad.
Que todo ello es cultura, no lo discuto, pero no me negarán que en ocasiones resultan, cuando menos, largos y tediosos.
También hemos sufrido algunos que parecen el  curriculum vitae del pregonero, que se extiende en contarnos su vida y milagros. 
El pregón es un discurso con el que se da comienzo a un acto importante, fiestas de un pueblo, aviso de una noticia o de un hecho y que, en la antigüedad se hacia en la plaza del pueblo y en voz alta.
Por efecto o por defecto, el pregonero suele añadir algo de sus vivencias entre las que  relatan recuerdos del pasado.
Saro Sosa,  Sarito Sosa, como se la conoce cariñosamente, hizo un pregón muy acorde con su manera de ser, pues es bien conocida como una mujer sencilla, honesta, trabajadora. Mujer que siempre lleva la sonrisa por bandera y la solidaridad hacia los demás forman parte de su vida. 
Sarito hizo que con su pregón evocáramos muchas vivencias que más de uno teníamos arrinconadas en el más apartado rincón de nuestra memoria.
Hizo revivir acontecimientos que ya nunca volverán, como aquellos paseos que eran una de las pocas distracciones de las que podía disfrutar la juventud. Del mismo modo nos recordó a aquellas personas que un día fueron parte importante en nuestro municipio.
Habló del richelieu, trabajo y palabra que hace muchos años forman parte del olvido, nos hizo añorar las tiendas de aceite y vinagre donde se compraba de fiao. Nos llevó a  evocar los vales de la Santa Lucia, y tantos y tantos recuerdos que hicieron que algo dentro de cada uno se moviera haciéndonos revivir momentos que, si no mejores, no es menos cierto que nos acompañaran por el resto de nuestra vida.

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