Crónicas malíes:

AUTOR. PEPE NARANJO






Crónicas malíes: El mercado de Badalabougou está lleno de arroyos y charcos. Las huellas que dejó la lluvia de hace dos días, cuando el cielo se abrió y nos robaron el sol, se resisten a irse: el aire fresco, los nubarrones, el agua. Allí, haciendo esquina, hay un restaurante que se llama La Senegalesa, un rincón donde comer chebuyén a 600 francos y matar de paso la nostalgia del wolof. Me gusta almorzar sentado en la puerta, observando a los niños que te gritan tubabu, tubabu, como si les fuera la vida en que les devuelva el saludo o a los adultos que se afanan en sus idas y venidas. El mercado de Badalabougou no cierra nunca y en él puedes encontrar de todo, desde una mosquitera hasta un ventilador, desde una silla de cuerda hasta una escalera que alquilar por horas. El ferretero ya me conoce: Modibo, me llama. Yo paso y le saludo cada vez que me adentro en este mundo de cosas revueltas y arroyos y niños.
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