Todos tenemos dos Madres, la que nos dio la vida, en
la tierra y la Virgen Maria, nuestra Madre del cielo, Nuestras madres, nos dieron la vida uniéndose en cuerpo y alma a nuestros padres por el amor que se profesaban.
El uno al otro y de esa unión hemos nacido todos.
Mi madre era especial, para mi y para mi hermano, también lo fue mi padre, ellos nos quisieron tanto, que no creo que haya ninguna persona, que nos lleguen A dar tanto cariño.
Puede que nuestros hijos nos quieran a lo largo de nuestra vida mucho, pero el cariño hay que demostrarlo y no hace falta que estén siempre diciéndonos, Mamá, te quiero mucho, pero si que algunos hijas/os se den cuenta de que estamos a su lado en lo bueno, y en lo malo.
Que lo que más nos preocupa es verles felices, contentos y que sean buenas personas, trabajadoras y transmitirles todo lo bueno, que nuestros padres nos enseñaron. El respeto hacia los demás, a si mismo, las buenas costumbres, la educación, tolerancia, comprender siempre al otro, hablar, Bien, no criticar y sobretodo querernos mucho.
Solo cuando somos madres/padres llegamos a comprender lo que significa, la palabra Mamá, o Papá, y cuando ya se han ido de esta vida, sentimos un vacío en nuestro espíritu, como una barca a la deriva, a la cual la zarandea el viento o las tempestades.
Por ello hoy dia he hecho este relato, cuidenlas, trátenlas con cariño y respeto, tanto a las madres como a los padres.
Para mi fueron especiales los dos, de mi madre aprendi muchas cosas buenas pero de mi padre también, sé que sus recuerdos y sus espiritus me acompañaran siempre, hasta que me vaya al más allá, entonces, ya nos reencontraremos para siempre.
Mientras tanto procuro inculcar a mi hija esos valores que aprendi, y que hoy en día se echan tanto de menos en esta sociedad.
Madre del cielo y de la tierra guíanos por el buen camino y ayúdanos a dar buen ejemplo.
Antonia Pérez Viera
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