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sábado, 15 de septiembre de 2018

La barbarie deuda de la ignorancia


Gáldar se ha venido preparando, durante los últimos días, para conmemorar el cincuentenario de los conocidos como “Los Sucesos de Sardina”. Con tal denominación, viene a rememorarse unos hechos acaecidos allá por el año 1968 (Gáldar tuvo su septiembre del 68), cuando una asamblea, promovida por el PC y auspiciada por CCOO, reúne a los trabajadores de la empresa que ejecutaba obras en la carretera que conduce de Las Palmas de Gran Canaria a Gáldar. 
El motivo de la asamblea, denunciar que no se les abonaba el sueldo a los trabajadores de la empresa encargada de ejecutar las obras. Aquella asamblea, acabó como por todo el mundo es conocido: la aparición de las fuerzas armadas del régimen del 18 de julio del 36, que produjo detenciones y personas heridas. Fruto de tal acción, el Consejo de Guerra que, tuvo como resultado múltiples condenas, por diversos y variopintos delitos, fruto de unas leyes que respondían a la lógica de la dictadura.
Ahora, cuando se venía a conmemorar el cincuentenario de tales hechos, con un mural producto del trabajo del alumnado de la Academia de pintura y dibujo Pepita Medina; alguien, valiéndose probablemente de la nocturnidad que ampara al medroso anonimato, en la madrugada de su inauguración atentó vilmente contra el mismo. Un hecho, no solo denunciable, sino que provoca una enorme amargura. Esa acre emoción que produce comprobar como la ignorancia (que solo se cura leyendo, dijeron, y yo corroboro) campa a sus anchas. Una obra artística puede gustar más o menos, cada cual disfruta de sus propios cánones estéticos; sin embargo ello no empece para que se respete su presencia, para la serena contemplación de quienes gustan de la misma. Aunque me temo, detrás de esta barbarie se oculte, nocturnidad por medio, un afán por rememorar viejos modos, fruto de un golpe de Estado (en esa ocasión sí que lo fue). Porque no se nos puede olvidar, que en estos momentos, cuando se trata de ir retirando honores a toda la vileza que supuso aquel delito flagrante, se han incomodado quienes mantienen todavía tan cerril ideología. Recordemos, porque se publicó en este medio, las pintadas en la sede de UGT, con claros símbolos fascistas, con evidentes amenazas.

Cuando se observa la barbarie perpetrada al mural, basta con fijar un mínimo la mirada para comprender la intencionalidad. La pintura que mancha la obra sale del lado de las fuerzas armadas, a modo de disparo de fusil, y cae en su práctica totalidad en las figuras de los trabajadores y las trabajadoras allí representadas.  Supone, sin mucho decir, una evidente amenaza a quienes osen denunciar sucesos de aquella época. Pues, no es otro el objetivo del mural sino la denuncia, como también se evidencia las denunciables propósitos de quien, o quienes, sin respeto por el trabajo de otras personas, en este caso el alumnado integrante de la Academia Pepita Medina, arrojaron la pintura azul (los colores poseen su simbología) con una clara finalidad: amedrentar a quienes no sigan los dictamines de aquellos tristemente famosos principios fundamentales del movimiento (notable contradicción para algo que supuso todo lo contrario), porque digan lo que digan, la transición no culminó con éxito, pues se mantuvo en el aire (irrespirable de algunos sectores e instituciones) un rastro pestilente de lo que supuso el franquismo.
Por cierto, desconozco qué pretenden hacer ahora quienes van a inaugurar el mural; sin embargo, si de algo sirve, sugeriría la idea de no quitar el manchón. Dejando prueba gráfica de que la barbarie siempre es el efecto de una notoria ignorancia, contra la que se puede luchar desde el conocimiento. Por eso, que se conozca la presencia, afortunadamente escasa, de personas con pensamientos facinerosos.
fuente:  https://www.infonortedigital.com/portada/actualidad/item/68521-la-barbarie-deuda-de-la-ignorancia

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