Por María Sánchez
Es preciso que nuevos aires traspasen los muros y las mentes de algunos curas que aún hoy, piensan que solo ellos llevan razón.
La llegada del papa Francisco a la
iglesia católica ha sido como un soplo de aire fresco y renovador que
entró por las ventanas cerradas, hasta ahora a cal y canto, de muchas
iglesias ancladas en ideas y costumbres retrogradas y con olor a rancio.
El cambio efectuado es tan grande que más
de una sotana tiembla nada más oír su nombre. Él llegó con las manos y
el corazón abiertos para tomar entre ellos a los que a él se acercan.
Él no desprecia al homosexual, al divorciado al que vive en pareja sin pasar por el altar o al que se casa solo por lo civil.
Sin embargo a muchos curas estos cambios,
o no les ha llegado, o no les interesa llevarlos a la práctica. Ellos
continúan varados en sus ideas sin intentar ganarse al pueblo, sin
ponerse a la altura de los derechos de sus feligreses pero sí exigiendo
ser respetados, aunque su comportamiento en ocasiones no sea el más
adecuado para un representante de la iglesia.
Pero, por suerte, cada vez son más los
que siguen el ejemplo del papa Francisco. Como prueba de ello les
contaré dos anécdotas basadas en hechos reales. Por un lado les hablaré
de una pareja de chicas que un buen día decidieron unir sus vidas y ser
madres.
Ambas querían bautizar a su hijo, no sin
cierto temor a ser rechazadas, sin embargo el oficiante les permitió
estar junto a su hijo en un momento tan importante para ellas.
La siguiente habla del cura de un barrio
quien invitó a sus feligreses a la renovación de los votos
matrimoniales. Entre los que accedieron a esa invitación había un
matrimonio casado por lo civil, pero al que el cura no rechazó su deseo
de renovar sus votos aun conociendo su estado.
Se da la circunstancia de que este matrimonio acude a misa y toman comunión.
Es preciso que nuevos aires traspasen los muros y las mentes de algunos curas que aun hoy, piensan que solo ellos llevan razón.
No harían mal en aceptar los cambios del
mismo modo que los parroquianos aceptamos que ellos dejaran las sotanas
colgadas, que ya no luzcan la tonsura, (redondel sin pelo de la
coronilla) o el cleriman como distintivo de su condición sacerdotal que
se asocia al anillo que llevan los casados.
Conociendo estos hechos es por lo que me pregunto ¿Hay varios raseros para algunos curas?
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