… que sale usted al campo, o da una vuelta por a ciudad y de inmediato se
topa o ve el resultado de la masiva tabaiba, que ha ocasionado la muerte de la
ganadería por una parte, y la de la agricultura por otra; pero todas vez que
ambas se resisten a morir, al no poder continuar plantando papas, o cuidando
cabras, la pobre gente se ha reciclado y en lugar de cultivar comida, y cuidar
animales que le den comida (leche, carne, y derivados), se conforman con
sustituir por perros a las cabras, y por plantas y árboles ornamentales por
cultivo y cosa agraria, y así las cosas, vemos a gente que pasean perros por
todas partes y horas (cuyas mierdas no son buenas ni para estiércol o abono
[pues las tienen que recoger y llevárselas a sus casas]),
y gente con ropas
reflectantes podando y arrancando hierbas -que vuelven a nacer al día siguiente
y a la semana todo está igual-, sin enterarse que llegado el verano, el sol se
las come, y no hace falta meterlas verdes en bolsas algunas, ni tener un ejército
en esa actividad cercana a la agricultura (sin que bien alguno se siga de
sueldos tan orondos como abundantes), de parques, jardines, orillas de
carreteras, parterres, etc. Y eso es lo que tenemos o es el resultado de
tenerlo todo lleno de tabaibas, pues con ellas sobran cultivos y cabras (entre
otros animales lecheros y de carne), y sobran de paso todo intento de plantar
algo, toda vez que si llegó antes la tabaiba a esa (su) tierra, ya le pertenece
en propiedad a la tabaiba, y usted su dueño y señor, se queda sin tierra para
su huerto familiar, como yo -y todos- sin abuela. Así pues, a las tabaibas hay
que agradecer la desaparición de la ganadería y de la agricultura, y ella lo ha
sustituido todo por flores y canes (ni de unas, ni de los otros comemos).
El Padre Báez.
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