El autor confeso de Marta del Castillo lleva una vida bastante rutinaria. Se levanta muy temprano, alrededor de las 7 de la mañana, y pasa toda la mañana en el patio hasta la hora del almuerzo, a las 13.30. Por la tarde vuelve al mismo sitio, hasta la hora de la cena, sin realizar otra actividad que la de pasear ya que no quiere estudiar ningún curso ni taller.
Según apunta este programa de Telecinco, Miguel Carcaño puede hacer uso de una piscina olímpica y una videoconsola en el módulo. Pero el presunto asesino prefiere pasar el día de manera tranquila revisando la correspondencia de sus admiradoras, quienes le mandarían abundantes cartas con dinero, único ingreso del recluso.
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