Y no sólo porque dicha organización emane de una entidad catalogada como "terrorista" por el Departamento de Estado de los EE.UU. hasta septiembre del pasado año. Lo curioso es que Zapatero, repitiendo su mantra de defensor de las mujeres, ahora se haga un resistente al régimen de los ayatollahs. El mismo al que en su último año de legislatura, 2010, se vendió tecnología de doble uso procedente de la industria armamentística española por valor de 33 millones de euros. Eso sin contar las ventas de años anteriores, disparadas a partir de 2009.
Una cosa es predicar y otra dar trigo, dice el refrán, que para Zapatero ha sido una máxima. El presidente que hizo del pacifismo su bandera autorizó ventas de material susceptible de ser empleado en aplicaciones militares al mismo régimen que ahora critica. Por entonces, los derechos de las mujeres iraníes estaban al mismo nivel que ahora: prácticamente a cero. Pero eran otros tiempos.
También fueron otros tiempos los de la Alianza de Civilizaciones, uno de cuyos asesores, el diplomático Máximo Cajal, declaraba años atrás en la cadena pública de radio que Irán tenía derecho a poseer armas nucleares. Las explicaciones de Cajal aposteriori, señalando que eran palabras a título personal, no pudieron desligar una cosa de la otra.
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