En la calle Mareta, San Gregorio, disponemos de un pequeño jardín que, como
reconocimiento dedicó la ciudad de Telde al botánico y creador del jardín canario
Eric Ragnor Sventenius.
Dicho jardín dio vida a la pequeña vía peatonal por sus colores y diversidad
de plantas.
El pequeño espacio estaba vallado para impedir la entrada de personas o
animales al mismo. Con el paso del tiempo ese vallado se deterioró y
terminaron por quitarlo.
Lo que creímos que fuera algo temporal para un arreglo y nueva colocación,
se convirtió en una efímera ilusión de los vecinos.
Desgraciadamente, esta negligencia por parte de parques y jardines, se ha
convertido en el lugar favorito para que dueñas y dueños de perros lo hayan
tomado como el caca - pi de sus mascotas lo que ha llevado a que apenas
queden solo indicios de lo que allí había.
Como podrá suponerse el mal olor y las moscas se han adueñado del lugar
y, como dice el refrán, a perro flaco todo son pulgas, a este feo aspecto se
une el mal estado que presentan los flamboyanes que se encuentran en el
lugar.
Los pobres piden agua por señas ya que la falta de ésta y los meados de los
perros llevan a que continuamente estén cayendo flores de las ramas, y no
hablo de flores secas que sería lo normal.
En cierta ocasión en la que coincidí con una operaria de parques y jardines,
le comenté el mal estado de los árboles y la falta de riego que tenían, a lo
que sin mirarme a la cara me contestó, que no la necesitaban pues sus
raíces la buscaban por los alrededores.
A día de hoy sigo preguntándome dónde se encuentra esa fuente de agua
de la que beben los pobres árboles.
María Sánchez
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