La primera vez que vine a Telde, que yo recuerde
tenía seis o siete años, y me trajeron a una hermosa finca,
llamada EL CORTIJO DE SAN IGNACIO,
venía a veranear, y a tomar leche de vaca,
pues estaba algo anémica, según mi madre, que en paz descanse.
Me quedaba en una gran casona, con unos parientes muy cercanos,
mi madrina de Bautismo y prima, que con su marido, e hijos,
desde el Carrrizal del Sur, allí se habían trasladado,
muy frondosas y productivas, por aquellos años,
había plataneras, millo-maíz, hortalizas, pimientos,
pepinos, tomates, y también muchas flores,
cómo no voy a mencionarlo...
También una gran vaquería con muy buen ganado,
vacas especialmente y cabras, que daban muy buena leche,
ricos y sabrosos quesos, hechos por muy buenas manos.
Qué gozo y esplendor vivir en la hermosa finca,
llamada el Cortijo de San Ignacio, donde se celebraba su fiesta,
el 31 de agosto de cada año...
También recuerdo que no había carreteras asfaltadas,
eran estrechas y de tierra, y para llegar a la ciudad
de Los Faicanes, muchas lo hacían caminando,
llegaban a un lugar llamado La Primavera,
para luego esperar a los famosos Coches de Hora,
algún pariente cercano, pues los coches particulares
escaseaban, salvo para algún ricachón o proletario.
¿Quién iba a imaginarlo? Nuestros abuelos, padres,
y antepasados,practicaban senderismo, sin pensarlo...
Por la noche, bien recuerdo todavía, me ponía triste,
de vez en cuando lloraba, y quería volver con mis padres,
y hermano, a mi querido pueblo de El Carrizal,
donde nací, crecí y estuve viviendo, hasta que,
también vine a trabajar, luego formé mi hogar,
desde hace unos cuantos años en esta ciudad,
sigo viviendo en Telde, pero echo de menos,
no solo El Carrizal, mi pueblo amado,
sino que añoro ese lugar privilegiad,
llamado El Cortijo de San Ignacio
Atentamente, les saludo
ANTONIA PEREZ VIERA
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