Mary Almenara
Vaya por delante
que ni meto a todos los hijos en el mismo saco, ni doy por sentado que todas
las madres estén dispuestas a ceder a las peticiones de sus vástagos.
Ellos no
respetan la edad de la madre o sus deseos de ser libre para salir con amigas o
disfrutar de momentos de ocio, no, mamá debe estar dispuesta para cuando yo la
necesite y a la hora y día que yo diga. Esta circunstancia se suele dar cuando
el hijo o hija se casa, forma su hogar y se convierten en padres. Antes de
tomar esa decisión no consultan con nadie, solo hay una idea fija en sus
cabezas, ser padres, si las cosas van mal ahí está mamá-abuela para cuidar del querubín
y sacar las castañas del fuego.
Cuando el pequeño
va creciendo, y no para de moverse, se acude a mamá para que lo cuide porque la
pareja va al cine, baile o sale a cenar con los suegros porque mamá solo está
para cuidar del niño.
No se han enterado
que la madre ya no tiene cuarenta años, que se cansa más que antes, que ya pasó
su tiempo de hacer de comer para toda la familia, que lavó y planchó durante
muchos años la ropa de todos los de la casa.
Todo esto se
olvida cuando se ven solos porque se han separado de su pareja, o ésta
trabajando. Entonces lo más cómodo es llamar a mamá y decirle que va a comer, excusándose
en que tiene unos deseos irrefrenables de verla.
La otra cara de
la moneda es la madre que planta sus reales en la mesa y dice “hijo, hija mi
tiempo de cuidar se pasó ahora te toca a ti” Ellas son conscientes de que ya les
toca ser independientes, dejando que los hijos vuelen por si solos con sus pros
y sus contras. Ya pasaron los años de cuidar niños pequeños, hacer de comer,
lavar o planchar ahora me toca a mí.
Es triste
escuchar a un hijo decir “mi madre ya está mayor y no necesita salir” esto lo
dicen de una madre de cincuenta y pocos años.
Les recomiendo
que cambien el chip, que las madres no son las criadas, que ellas cumplieron
con la familia y ahora les toca a ellos.
Y tengan bien
claro, que las madres no nacen con un manual bajo el brazo que les enseñe a
hacer las labores de la casa. Ella fue aprendiendo y equivocándose, como deben
hacerlo ustedes.
P.D. Este
artículo va dirigido a mujeres y hombres por igual.
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