Artículo de María Sánchez
No es
difícil encontrarnos a lo largo de nuestra vida, con una persona tan terca como
una mula. Esas que se empecinan en una idea y no se bajan de ella ni a
garrotazos. Pretenden ser siempre dueños de la verdad absoluta sin permitir que
nadie le lleve la contraria.
El otro lado
de la moneda puede ser, que ese tipo de personas sean tan fieles a su palabra,
que cuando promete algo lo mantendrá por mucho que intenten disuadirlo y, si lo
que prometió nos beneficia, bendita sea su costumbre de mantenerse en sus
trece.
A esta frase se le atribuyen varios orígenes: por un
lado, se dice que vendría de los juicios a los judíos conversos, cuya fe
contenía trece principios principales. La Santa Inquisición acuñó esta
expresión para los destinados a la hoguera por mantenerse en sus trece credos o
principios.
Otra versión la coloca en un juego de cartas en la
época medieval, muy similar a la conocida como siete y media, en la que el
máximo eran quince puntos. Los jugadores timoratos se plantaban en el trece por
miedo a pasarse y perder la partida, la misma estrategia que nos ha llegado
hasta nuestros días.
Lo mejor, estimados lectores, es que no siempre se
mantenga en sus trece no vaya a ser que revierta en su contra.
María Sánchez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario