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Podría ser personaje de una película. Dos datos: lleva 16 años
haciéndole creer a una compañía de seguros que su muleta es
imprescindible para dar un solo paso. Su falsa cojera se lo impide.
Hablo de quien ya ha cobrado la indemnización por una lesión fantasma
consecuencia de un misterioso golpe en su trabajo que nunca ha
demostrado fehacientemente.
Miente, simula, engaña y es un estafador con
dotes de actor. Controla sus movimientos y parece haber interiorizado
que su cojera es real. Ya se miente a sí mismo. Sabe que la compañía de
seguros lo acecha y no baja la guardia. Cuando se relaciona con amigos
cojea, se duele de la pierna y lo consuelan. Pide ayuda para dar dos
pasos. Todos sienten lástima hacia el caradura que además de vivir
estafando es el machito en la casa. Se cuida de salir poco para no
correr riegos. Tiene dos hijos y una mujer que ha descubierto en él al
ser humano que no era pero calla porque la casa se mantiene con su
sueldo. Hace unos años tuvieron desavenencias y una persona cercanísima,
que conoce el simulacro del golfo, la animó a grabarle caminando, sin
muletas, en una escalera, pintando. No se atrevió. “No lo hagas, te
mata, ya ves de lo que es capaz…” le recordaron. No lo conozco pero sí a
una de las personas que tiene cerca. Lo detesta. 16 años de mentiras.
Cuando la pareja va de viaje el hecho de estar lejos de la ciudad en la
que vive, Telde, le anima a bajar la guardia. Sabe que las garras de las
aseguradoras son largas pero se confía aunque lo cierto es que jamás ha
visto en peligro su estatus de cojo estafador. Especialistas en cazar a
desalmados, falsos enfermos, han fracasado con su expediente. El lector
se preguntará cómo ha podido permanecer años simulando pero lo tiene
todo calculado, no crean. Conoce y controla los trucos para su personal
trama: Tiene centenares de partes médicos del Centro de Salud, del
Negrín y de traumatólogos privados. Se queja de un dolor intenso que le
imposibilita caminar. “Refiere dolor inespecífico”, reza algún informe.
Ha tenido consultas psiquiátricas. Pregunto que en algún lugar de la
casa debe sentirse libre y se bajará la guardia., digo yo.
Efectivamente. Casa cerrada a cal y canto, no entra ni Dios. El
sirvenguenza en la gloria. La mujer y su hijo aislados. Pantalón corto y
tv. Su Arcadia feliz
La miseria no tiene límite.
fuente: https://marisolayalablog.wordpress.com/
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