No existe una estadística para los suicidios en las Fuerzas Armadas y si existe no es pública, debe estar escondida en una caja fuerte del ministerio de Defensa (caja fuerte que no caja b, no vaya a ser que alguno se confunda). Pedro Morenés, ministro de Defensa, habla de un 1% de afectados por el Estrés Postraumático. El problema que tiene, a estas alturas, es que su credibilidad no creo que exceda el de su círculo más cercano (y eso siendo optimistas).
Un guardia civil y un ex militar se suicidan
La misma semana se suicidó un ex militar, cabo primero, que se ahorcó, desesperado, en el primer lugar que encontró. Sepultado de nuevo con el silencio, esa crueldad mediática que sin llamarse censura se le parece bastante.
Desinformación
Sabemos poco sobre los suicidios de los uniformados, normal, no es un tema importante. Si decidieron uniformarse, decidieron que podrían ser machacados sin piedad por el sistema y los altos mandos, lo firmaron en el contrato, en el dichoso código de honor o en alguna estupidez similar. Debieron pensarlo dos veces.
La historia de Javi
Manuel, hermano de un teniente del Ejército, escribe una carta sobre el suicidio de su hermano y sobre la opacidad al respecto. Su hermano, como tantos otros que se suicidaron, era uno de esos militares que no encajaba en el sistema, que no encontraba sentido a las órdenes del tipo “lleva esos ladrillos al chalet que me estoy construyendo”. Es por eso que ya había tenido muchos problemas al incomodar a más de uno.
2012: Misión en Afganistán
El 2 de noviembre de 2012 partió hacia Afganistán. Ese día se nos rompió el corazón a todos. Nos reunimos a comer en casa de nuestros padres, como hacíamos y hacemos todas las semanas, para despedirnos de él.
Seis meses después regresó pero pronto todo cambió y esa sonrisa se fue apagando. Ya no sonreía, como solía hacer, hablaba poco. Cuando le preguntabas, por ejemplo, si había sufrido o visto alguna cosa en Afganistán, su única respuesta era “quiero volver a mi pasado”.
El miedo al rechazo
Y a las ideas trogloditas sobre los superhéroes que abundan en las Fuerzas Armadas hicieron que Javi no consultase con ningún psicólogo, algo más habitual de lo que debería. En la milicia no establecieron ningún control ya que no existe protocolo alguno, al fin y al cabo, los uniformados no son más que carne al peso. La que sobra se sustituye por otra y que continúe la fiesta. Es una de las consecuencias de uniformar, de convertir en números a las personas, que es muy fácil reemplazarlas.
Inexistencia de un protocolo de ayuda
Es increíble que no exista un protocolo, el cual ayude a integrarse de nuevo a la vida real a las personas que vuelven de zonas de conflicto. Este seguimiento es voluntario, lo dejan en manos del afectado. Los afectados nunca irán a la sanidad militar para decir que no están bien psicológicamente.
Como bien explica Manuel, crear protocolo de seguimiento vale dinero y recursos que, se prefieren utilizar, supuestamente, para otros menesteres. Parece no comprender que es mucho más importante gastar el dinero en los campos de golf que en una póliza de seguro para los militares o en un protocolo de seguimiento y ayuda a aquellos que estuvieron en conflicto.
2013: Suicidio
Siete meses después de volver de la misión, el 14 de diciembre de 2013, Javi se suicidó. Bastó un instante para terminar con su vida, un miserable instante.
El entierro, calculado hasta el último detalle
Si para conservar la vida de los militares no existe un protocolo, cuando estos la pierden este protocolo está calculado al milímetro. La idea de estos eventos no es velar al fallecido, es lucirse e intentar conseguir medallas o ascensos. Son eventos únicos en los que los altos mandos pueden reunirse, cuchichear, preparar un ascenso, exhibir su pena impostada y, si tienen suerte, relacionarse con alguna autoridad civil.
Sólo faltó su majestad el rey a su funeral, era todo un protocolo del que estaban más pendientes de hacer los honores al mando de turno que de velar por Javi. Fueron más fríos que el hielo, por decirlo en pocas palabras, sentimiento cero.
En estos eventos, el teniente coronel psicólogo se dedica a repartir pastillas como si fuesen golosinas, llevaba una farmacia encima. Menos mal que casi ninguno de nosotros las tomamos, las tirábamos o las guardábamos en el bolsillo. También hace su trabajo que nada tiene que ver con auxiliar a los familiares y mucho con evitar incidentes e informar a las autoridades.
La mefloquina, un antimalárico que podría estar tras el suicidio
Manuel se queja del desconocimiento que hay sobre este tema ya que tuvieron que informarse en Estados Unidos. Descubrieron que a los militares españoles se les suministraba un antimalárico que contiene Mefloquina, que parece estar detrás de los suicidios, trastornos y comportamientos extraños de muchos militares estadounidenses.
Los militares no son informados de los posibles efectos secundarios. Total, uno más o menos, poco importa.
Es un problema de dinero
El verdadero problema nos lo descubre el propio Manuel: es infinitamente más barata que cualquier otro medicamento que no provoque estos efectos secundarios y claro, como no, la tomaba el ejército de EE.UU. El dinero que podía invertirse, presuntamente para salvar vidas con otro medicamento, se lo gastan en comprar armas para acabar con ellas.
Manuel se queja de la opacidad del Ejército ya que llevan desde el 22 de enero del 2014 esperando información que han solicitado. Siento decirle a Manuel que su espera no dará resultado, sobre todo, porque parecen tener razón en sus argumentos y la razón es demasiado temida por la cúpula militar. Es tan temida que cuando no la tienen, la imponen.
Stop Suicidios Militares
Agradecer, para finalizar, que Manuel haya creado la asociación Stop Suicidios Militares (http://www.stopsuicidiomilitares.es) porque resulta muy importante terminar con esta lacra y aportar un poco de luz al callejón oscuro.
Observaciones:
Este blog es la voz de los olvidados.
Carta escrita por el hermano de un militar.
“Código rojo” es una novela sobre los suicidios, la industria armamentística, el tráfico de drogas, el tráfico de armas, los abusos, la corrupción o los privilegios en la que descubrirás inquietantes asesinatos en serie o conexiones con acontecimientos históricos.
Es imposible olvidar a los soldados de carne y hueso, personas que un día vistieron el uniforme militar con toda la ilusión del mundo. Más difícil es todavía que les olviden sus familias.
Es la hora de hacer justicia y para ello es necesario que la historia la escriban las personas y no que la dicten los poderes.
fuente : http://blogs.publico.es/un-paso-al-frente/2015/07/16/el-drama-de-los-suicidios/
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