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Hace unos días una señora me comentaba lo mal que lo había pasado en un acto litúrgico donde por la importancia del acontecimiento se hizo uso del sahumerio.
Es normal que así se haga en estos rituales, pero en este caso a la persona encargada de preparar el sahumador, se le fue la mano y fueron muchas las personas que se vieron afectadas por el fuerte aroma que despedía.
Como es bien conocido, desde tiempos inmemoriales se ha hecho uso de este antiséptico para ahuyentar los malos olores producidos, sobre todo, por la poca higiene ante la escasez de agua que se padecía en aquellos tiempos.
Aunque este problema se ha solucionado, el sahumerio continúa usándose en ceremonias y celebraciones como acto de purificación para el culto religioso.
Para obtener un buen sahumerio se precisan varias plantas y hierbas secas; entre ellas
como la salvia, el romero o la artemisa. Del mismo modo se puede obtener de resinas como el olíbano (del árbol Boswellia) o el copal.
Ante todo esto no podemos olvidarnos de uno de los más conocidos como es la Mirra.
Esta es una resina aromática, rojiza y amarga, extraída del árbol Commiphora myrrha. Se usa en perfumería, cosmética y en la medicina tradicional para desinfectar heridas, aliviar inflamaciones y como agente antimicrobiano. También se emplea en prácticas espirituales para purificación y meditación, y era una de las ofrendas a Jesús, representando la muerte y el sufrimiento.
Si usted tiene alergia a estos aromas tan especiales, procure alejarse del sahumador.
María Sánchez.

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