Señora, cuando la conocí solo cruzamos un saludo y un abrazo cariñoso pero, en ese
pequeño momento, me dijo todo lo que se escondía detrás de aquella sonrisa dulce y
cariñosa.
Nos presentaron, y su repuesta fue “si es amiga de mi hijo ya la quiero”
Su cuerpo ha partido para reunirse con el Creador y con todos sus seres queridos pero, su
imagen no se me borrará nunca, siempre la recordaré.
Vuele alto y desde allí cuide de sus hijos y, porque no, cuide un poquito de mí.
Hasta siempre señora.
María Almenara
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