María Sánchez
Opinión.
El próximo lunes, 25, se celebrará el día mundial
contra la violencia de género. Muchas veces nos preguntamos cual es la razón
por lo que estos acontecimientos tienen un día señalado para ser conmemorados.
Estas hermanas fueron asesinadas por estar en contra
de una dictadura política. Las mujeres de este país también fueron silenciadas
por la dictadura que ponía una mordaza en su boca.
Cuando una mujer iba a denunciar los malos tratos
que le ocasionaba el marido, no había una mano amiga que la ayudara, por el
contrario, escuchaba la voz fría y dura del guardia que le decía “algo habrá
hecho usted para que el le pegue” y esa mujer marchaba en silencio a vivir de
nuevo con su verdugo.
Una mujer no solamente sufre violación física,
también la sufre psicológicamente cuando es humillada por el marido o compañero con palabras que
denigran su honor.
En pleno siglo XXI se hace difícil comprender que
aun tengamos que celebrar este día y que
cada año se contabilicen más mujeres violadas por uno o más hombres y que
todavía una parte de nuestra sociedad vea justificada la violencia.
Es triste leer que un niño de 14 años ha violado a
una niña de doce, es doloroso saber que un hombre, por llamarlo de alguna
manera, violó a una niña o niño de su propia familia.
Una de las razones para que se lleven a cabo
hechos tan denigrantes puede estar en la
desigualdad de poder entre el hombre y la mujer. Aunque no sucedía en todos los
hogares, si era costumbre en muchos considerar al varón como ser superior al
que correspondían todos los derechos.
Por desgracia observamos que hay un retroceso hacia aquellas
costumbres que ya tendrían que haber quedado atrás, que la juventud está
retomando que el hombre es dueño y señor de la mujer.
Esto se ha convertido en un problema fundado
dirigido hacia las mujeres, con el objetivo de mantener a estas subordinadas al
género masculino. Podemos encontrar el origen en la falta de equilibrio entre
el hombre y la mujer.
Desgraciadamente este desequilibrio no se da solo en
el ámbito doméstico, lo encontramos también en el laboral. La prueba más
concluyente podemos verla en lo que separa el salario de un hombre al de una
mujer. A esta, aun ejerciendo el mismo trabajo, se le reduce el sueldo de una
manera considerable.
Pero, no es solamente en lo que a lo económico se refiere,
hay diferencias en temas de diferentes vertientes; la sexualidad, donde el varón
siempre tuvo carta blanca a la hora de tener relaciones. Económica; la mujer no
podía ser titular en una cuenta de ahorro, e incluso cultural ya que en muchos
hogares se marginaba la educación de la mujer en favor de la del hombre. Esto
afecta a las mujeres desde la infancia hasta edad avanzada.
Esperemos que cada vez sean menos las mujeres
violadas, asesinadas, vejadas en su dignidad con insultos y menosprecio.
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