Mary Almenara
Según los cronistas, la elaboración de artículos
de barro se sitúa alrededor del año 1550. Nuestras mujeres aborígenes utilizaban
greda parda con la que fabricaban: tallas, ollas para cocinar, tostadores y
todo lo que usaban en las labores de la casa.
Llegar a hacer un objeto de barro requiere
mucho trabajo, desde recoger la tierra apropiada para; primeramente cernirla, amasarla
a mano, trabajar el barro hasta poder moldearlo en el torno donde, poco a poco
y con manos de artistas, darles forma.
Una vez terminado hacer que brillen a base de pasar
una y otra vez la piedra, de ahí llevarlos al horno por un día o más. Conociendo
todo el proceso que lleva no debemos considerar que la cerámica canaria esté
subida de precio.
Estas joyas artesanales eran frecuentes en todas
las casas canarias. En ellas no faltaba la pila de estilar, donde el culantrillo
la cubría casi por completo dándole ese frescor tan peculiar que hoy no lo
consigue la mejor nevera.
Recuerdo oírle decir a mi madre, que en el
ajuar de las mujeres casaderas, no podía faltar la talla, el tostador y alguna
olla para cocinar. Estos enseres eran de primordial necesidad para lo que se
conocía como, una mujer de casa.
Como amigo inseparable no podía faltar el
jarro, frecuentemente usado por todo el que se acercaba a beber, con lo que las
enfermedades bucales campaban a sus anchas, desde las molestas boqueras hasta
los herpes, que no teníamos ni idea que podía ser aquello.
Recuerdo que nuestras madres nos ponían del
barro que cubría la talla, y salíamos a la calle con medio labio cubierto de
aquel emplasto, medio negro medio marrón, según de donde lo cogiera y a seguir
jugando.
Este es un ejemplo de los antibióticos que se
usaban antes pero estábamos más inmunizados.
Particularmente soy de las que se toman el café
en pequeñas jarras de barro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario