En toda fiesta que se precie no puede faltar un chiringuito donde se sirve comidas y bebidas. La instalación de uno de estos “bares ambulantes” requieren de una serie de permisos antes de su instalación amen, claro está, del correspondiente pago al ayuntamiento quien pondrá el precio que esté estipulado.
En ocasiones, este canon lo cobrará la asociación del barrio donde se instalen. Muchas personas han vivido durante muchos años de este negocio con el que han sacado adelante a un familia. Sin embargo, no todo es de color de rosa, es un negocio que requiere mucho esfuerzo y sacrificio por parte de la persona o personas que lo regenten.
Para empezar no debemos olvidar que esta pequeña empresa es itinerante, lo que significa que son pocos los días que permanecen en el mismo lugar, siempre dependerá del tiempo que la fiesta se alargue siendo en oraciones de hasta una semana como es el carnaval, por ejemplo.
Cierto es que cuanto más duradera sean las fiestas el beneficio será mayor pero, también mayor será el cansancio, el agotamiento y las horas de sueño perdidas.
Aún así, y como menciono al principio, han habido y habrán muchas familias que, durante años, se han dedicado a este noble trabajo. De lo contrario ¿Qué sería de una fiesta sin un chiringuito?
Deseo mucha suerte a estas personas en estas fechas de carnaval que se avecina.
María Sánchez.
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