Siempre tuvo bien claro que en este mundo hay personas variopintas con diferente modo
de pensar y ver la vida pero, jamás creyó poder conocer tal diversidad de gente, cada una
que llegaba traía algo nuevo, algo que jamás había pensado que existiera.
Encontró a la libre de espíritu y del qué dirán, o aquella otra que siempre lleva la crítica
como bandera, pero nunca su crítica era constructiva, solo era valida para hacer daño.
Se vio sorprendida por el saludo de personas que no conocía pero que sí sabían quien era
ella.
Vio a jóvenes que sin tener en cuenta que vivimos en el mes de enero, paseaban con
pantalones muy cortos y camisetas de tiro, o aquel chico que se pone una gorra de visera
junto con el gorro de la sudadera y que le cubre hasta las cejas.
Lo que le causó mucha extrañeza fue ver como una gran mayoría de personas van mirando
su móvil, olvidando que van acompañados.
Miró a los niños quienes, portando grandes mochilas, acudían a clases extraescolares sin
apenas tener tiempo para jugar.
Los perros eran protagonistas cada día, sobre todo aquellos que hacían sus necesidades en
plena calle ante la apatía de sus dueños.
Sin embargo lo que más le gustaba era ver la gran cantidad de niños de cualquier edad que
paseaban con sus padres, ellos alegraban la calle con sus risas.
De todo ello sacó la conclusión de que la calle es como un circo con muchas pistas y gran
cantidad de artistas.
María Sánchez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario