Sin lugar a dudas aseguraría que usted, estimado lector, sea también una victima de las llamadas continúas a las que nos tienen acribillados los 911-913 o los 956… que día y noche nos bombardean, unas veces intentado que cambiemos de compañía telefónica y otras queriendo vendernos; almohadas, colchones o el sursuncorda en persona.
No pasa día en los que estos moscones telefónicos no hagan su llamada habitual repitiéndolas más de una vez pudiendo recibir hasta cinco al día y alguna en la madrugada.
Cuando vemos esos números reflejados en la pantalla, el primer impulso es contestar y mandar a hacer puñetas a quien está del otro lado. Gracias que la cordura se impone y lo primero que debemos pensar es que detrás no hay una máquina, hay un ser humano que está cumpliendo unas ordenes que proporciona un sueldo a final de mes, sueldo que en ocasiones es una miseria para todos los insultos e improperios que reciben al día.
La parte de todo esto. que personalmente me saca de mis casillas, es que de pronto y por medio de internet nos llega un aviso de la policía advirtiéndonos que no abramos tal o cual número por estar considerado un peligro inminente.
¿A caso no se puede rastrear los números que nos atormentan y ponerles una sanción?
Por simple curiosidad pongo en Internet el prefijo del número que me llama, y oh sorpresa, descubro que fue de Canadá.
¿Me habré dejado algo por allí y no lo recuerdo?
Mary Almenara.
COMPARTO ESTE ARTÍCULO, ESTOY HARTO DE LAS LLAMADAS PARA CHORRADAS.
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