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| Luis Seco de Lucena |
Islas Canarias
En el alma del Atlántico, al alba del amor, despiertan las Canarias, con su eterno fulgor. Ocho suspiros de tierra, en un cielo sin par, cada isla un latido, cada orilla un cantar.
Gran Canaria, corazón que late en la piel, con su luz que no cesa y su aroma a miel. Barrancos que cuentan leyendas al sol, y un pueblo que abraza con sangre y con sol.
Lanzarote, fragua de lava y canción, donde el fuego es arte y el viento, oración. Tus paisajes susurran secretos al mar, en la piedra dormida que no deja de hablar.
Fuerteventura, de dunas y paz,
allí donde el alma siempre vuelve más. Arena que besa, océano sin fin,
desierto que abraza, suspiro de alisios sin fin.
La Graciosa, rincón escondido,
con tu paso sereno y cielo rendido. Silencio de oro, horizonte sin prisa, eres la caricia que el tiempo eterniza.
Tenerife, volcán que toca el cielo,
el Teide te corona con noble desvelo. Bosques y costas, jardines sin fin,
un universo entero cabe en ti.
La Gomera, canto ancestral,
silbo que vuela por el barranco inmortal. Selva que susurra lo que fuimos ayer, y aún nos guía con su verde deber.
El Hierro, faro del misterio,
acantilado que canta un salmo etéreo. Allí la tierra guarda, en su humilde rumor, la fe del que espera, la raíz del valor.
La Palma, de estrellas y fuego,
en tu cielo nacen los sueños que ruego. Roque que toca la bóveda azul,
flores y magma, un alma sin tul.
Canarias, archipiélago afortunado, de historia labrada, de canto sembrado. Unidas en sangre, en lucha y pasión, nuestras islas florecen en el mismo corazón.
Luis Seco de Lucena
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